La crisis económica abismal a consecuencia del coronavirus, conjugada con los efectos de la entrada en vigor del brexit dentro de seis meses, pinta un panorama apocalíptico para el Reino Unido. Londres rechazó oficialmente el viernes la opción de ampliar el periodo de transición más allá del 31 de diciembre.

Se marchará de la Unión Europea haya o no acuerdo. Bruselas había ofrecido una prórroga de uno, o incluso dos años, que el covid-19 hacía aún más imperativa. La oposición laborista, los empresarios, las autoridades en Escocia, Gales e Irlanda del Norte reclamaban la ampliación. «Es irresponsable no pedirla», señalaron en una carta al primer ministro, Boris Johnson, la escocesa Nicola Sturgeon y el galés Mark Drakeford.

Los defensores del brexit a cualquier precio no han cedido. «El 1 de enero del 2021 retomaremos el control y recuperaremos nuestra independencia política y económica», señalaba en un tuit el ministro Michael Gove, echando mano de la vieja retórica de liberación nacional de las garras de Bruselas del referéndum.

El tuit fue emitido la misma mañana en que la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS) anunciaba el hundimiento del 20,4% de la economía británica en abril, el primer mes de completo confinamiento. Un shock sin precedentes, el triple del registrado durante la crisis financiera del 2008. «La caída del PIB de abril es la mayor que el Reino Unido haya visto en su historia, tres veces superior al bajón del mes anterior (5,8%) y 10 veces mayor que cualquier caída anterior a la era del covid-19», anunció Jonathan Athow, analista de la ONS. «Me temo que no me sorprenden estas cifras», fue la respuesta de Johnson. «El Reino Unido depende en gran medida de los servicios. Nuestra economía tan dinámica y creativa depende mucho del contacto humano. Pero estamos resistiendo de manera increíble y vamos a contratacar».

RUPTURA INEXPLICABLE / La recuperación puede ser más lenta y difícil de lo evocado recientemente por el ministro de Finanzas, Rishi Sunak, y el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey. El Gobierno está pagando los salarios de casi ocho millones de trabajadores y el número de los apuntados al paro en abril se disparó a 2,1 millones. La desescalada discurre lentamente y va por detrás de otros países europeos. A eso hay que sumar el cierre de empresas, el aumento del paro y un bajón en el consumo. El Gobierno está dividido entre los que quieren acelerar la desescalada para relanzar la economía y los que temen un segundo brote de covid-19, que haga más difícil la recuperación. En este panorama, la ruptura con la Unión Europea es aún más inexplicable.