No estaba previsto lograr ningún acuerdo en el Consejo Europeo celebrado ayer por videoconferencia. Ni sobre el fondo de recuperación de 750.000 millones de euros, propuesto por la Comisión Europea para apoyar a los países más golpeados por el virus como España e Italia, ni sobre el nuevo marco presupuestario de la UE de 1,1 billón de euros para el período 2021-2027. Pero al menos las cartas ya están sobre la mesa y los líderes de la UE listos para entrar en una pelea que tendrá su momento estelar a mediados de julio en Bruselas.

«Ha sido muy útil para identificar en qué puntos pensamos que trabajamos en la buena dirección. Estamos de acuerdo en que necesitamos una respuesta excepcional porque es una crisis sin precedentes y necesitamos centrarnos en las regiones y sectores más afectados por la crisis», resumió tras cuatro horas y media de videoconferencia el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. A partir de aquí, y aunque los países «frugales» del norte -Dinamarca, Suecia, Austria y Holanda- han terminado por aceptar la creación de un fondo de recuperación e incluso que llegará con subsidios, está todo por negociar.

LARGA LISTA DE PROBLEMAS / «No subestimamos las dificultades», reconoció el político belga mencionando una larga lista de elementos problemáticos sobre los que tendrá que hilar fino en la propuesta de compromiso -negobox, en la jerga comunitaria- que presentará en las próximas semanas: el tamaño del fondo de recuperación y del marco presupuestario, los cheques (de compensación para los contribuyentes netos), el equilibrio entre préstamos y subvenciones, la condicionalidad (a cambio del dinero) o los criterios de reparto, que algunos países creen deben estar más vinculados al impacto del covid-19. «Tenemos que ser innovadores, creativos. Será difícil y complejo y no hay que subestimar la tarea pero veo una voluntad política fuerte», concluyó.

A la espera de concretar esa nueva «caja negociadora», Michel ya anunció la intención de convocar una cumbre presencial «alrededor» de mediados de julio para tratar de llegar a un acuerdo que la gran mayoría de líderes consideran urgente. «Es esencial no perder tiempo», indicó la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que defendió una «respuesta ambiciosa» que combine «solidaridad y reformas».

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, como hiciera en la cumbre de finales de abril, recordó que el peor golpe «está todavía por llegar», con un repunte del paro en la Eurozona que podría alcanzar el 10% y que se cebará especialmente con los jóvenes. La conservadora francesa expuso el horizonte pesimista previsto por el BCE y avisó de que un fracaso en las negociaciones este verano «podría provocar un cambio en la confianza» de los mercados y agravar la situación.

Pese a este aviso a navegantes, la videoconferencia no sirvió para acercar posturas y el tono crítico de los países del norte hacia las propuestas de la Comisión Europea se mantuvo. «El fondo de reconstrucción no debe ser la entrada en una unión de deuda permanente», dijo el primer ministro austríaco, Sebastian Kurz. «Los puentes que tenemos que construir son todavía grandes», admitió la cancillera alemana, Angela Merkel.