Incluso horas antes de que cerrasen los colegios electorales en Rusia, ya se había dado a conocer el esperado triunfo de la reforma constitucional que permitirá al presidente Vladímir Putin mantenerse en el poder mientras lo considere oportuno. Según la agencia TASS, con el 27% de los votos escrutados, un 73,79% de los electores habían apoyado el paquete de enmiendas, sometidas en bloque a votación durante la última semana. Las organizaciones independientes de observación denunciaban una «manipulación en todas las fases de la consulta», calificando esta cita electoral como la «menos transparente» de todas las que han tenido lugar en el país desde la pasada desintegración de la URSS.

De acuerdo con los datos proporcionados por la Comisión Electoral Central, tan solo un 25,26% de los electores rechazaba el paquete de enmiendas constitucionales, aprobado a toda prisa por el Parlamento ruso en los primeros meses del año. La oposición, por su parte, hizo sus propios sondeos en Moscú y San Petersburgo, las dos principales ciudades del país y donde el movimiento contestatario contra de Putin tiene más fuerza. Según sus datos, en la capital, un 51% de los votantes aprobaba la reforma, mientras que un 49% votó en contra.

CONCENTRACIONES / En cambio, en la segunda ciudad rusa hubo mayoría de noes, un 56%, frente a los síes, un 44%. Centenares de personas se fueron congregando durante la tarde en la plaza de Púshkin, en el centro de Moscú, lugar habitual de celebración de las manifestaciones opositoras convocadas por el bloguero Alekséi Navalni, coreando consignas contra el presidente ruso: «Uno, dos, tres, Putín márchate», o «la mejor enmienda, la dimisión de Putin».

En una conversación telefónica con este diario, Grigori Melkonyants, al frente de Golos, la principal organización independiente de observación de procesos electorales en Rusia, reveló manipulaciones «desde el inicio mismo de la votación». Según este experto, la misma prolongación de la consulta durante varios días era «ilegal», ya que «ni siquiera estaba contemplada» en la ley especial con la que se convocó a los votantes. «Fue una decisión que ha tomado por su cuenta la Comisión Electoral», denunció. «Se ha podido votar en la calle, en las empresas, no ha habido observadores dignos de tal nombre, se ha presionado de forma masiva a los ciudadanos...», decía Melkonyants entre muchas irregularidades.

PRESIONES / En la prensa independiente arreciaban denuncias de presiones sobre los denominados biutdzheniki, la legión de ciudadanos cuyo salario depende del Estado, incluyendo no solo a funcionarios de la administración, sino también a personal de los hospitales públicos, maestros de escuelas y universidades, empleados de grandes compañías con vínculos con el Estado...

Globos con los colores de la bandera rusa y música pop a elevado volumen recibían a los votantes en la escuela 166, sita en el barrio de Liazonovo, en el extremo norte de Moscú, formado por elevadas construcciones de material prefabricado y surcado por amplias avenidas ajardinadas.

Una vez traspasado el umbral del centro, los agentes de seguridad recibían con recelo y sospecha a los periodistas extranjeros. «Esto es Rusia», llegó a admitir la presidenta del centro, Yúlia Ege, encogiéndose de hombros. Casi la mitad de los inscritos, unos 400, de los poco más de 1.000 que habían ejercido su derecho al voto, lo habían hecho a través de internet.

Su colega Irina Potejina, al frente del centro de voto abierto en la escuela 1.269 del barrio de Pérovo, en el límite oriental de la ciudad, se puso de inmediato a la defensiva cuando a primera hora de la tarde, un periodista que visitaba el colegio le preguntó por una ciudadana a la que se permitió votar pese a no estar incluida en las listas. «¡Todo se hace según la ley!», insistía, tras realizar algunas consultas telefónicas. El denominado carrusel es una práctica denunciada frecuentemente por la oposición en las sucesivas votaciones en Rusia. Consiste en que un mismo ciudadano vota varias veces, aprovechándose de las excepciones que permite la ley.

CONTADOR A CERO / Además de permitir a Putin poner a cero el contador de sus mandatos presidenciales, autorizándole, si es esa la voluntad del presidente, a ocupar el cargo hasta el año 2036, la nueva Constitución define el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer y establece la primacía del Tribunal Constitucional ruso sobre los dictámenes de cualquier institución judicial supranacional como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

El paquete de enmiendas es completado con propuestas atractivas para la ciudadanía, como la indexación de las pensiones y la obligatoriedad de que el salario mínimo se halle por encima del umbral de la pobreza. El texto constitucional enmendado ya estaba a la venta en los comercios y librerías rusas antes incluso de la votación que concluyó ayer.