El panorama político internacional es poco menos que desalentador. En la mayoría de las ocasiones siento vergüenza ajena al ver las actitudes y comportamientos de los políticos de primera línea que se suponen personas preparadas con un criterio agudo de análisis objetivo y madurez debidamente ponderada, amén de, supuestamente, una experiencia que los ha hecho elegibles, aunque muchas veces, no todas, con error.

Hay unas crisis latentes, otras crónicas y algunas convenientes para un momento determinado. Todas ellas sirven a intereses concretos, bien sean económicos, estratégicos o de cualquier otra índole.

La crisis bélica en el Próximo Oriente continúa, aunque ha llegado a un tal punto en que no sabemos quiénes son los buenos y quiénes los malos. Solo que los civiles, como siempre, son los perdedores, aquellos que no pueden volar a Europa tras sobornar a no sé cuantos miembros de otros tantos colectivos influyentes que deciden quiénes van a seguir con vida y quiénes no. Esos, los primeros, son carne de cañón.

La última novedad la protagonizada por el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, quien saltaba de júbilo ante sus generales, al ver el exitoso lanzamiento de un misil de largo alcance, según los norcoreanos y de medio alcance según fuentes americanas. Pyongyang quiere poner en jaque a los surcoreanos y por supuesto a sus aliados los norteamericanos. El presidente Trump no ha tardado en hacer saltar todas las alarmas y vaticinar un enfrentamiento en caso de que las provocaciones continúen por parte de los gobernantes de Corea del Norte.

Y en Venezuela la cosa va de mal en peor. El Estado de Derecho no existe. Las instituciones del país no son respetadas. ¿Quién pierde?, el pueblo llano como siempre.

*Secretaria provincial de Derechos Civiles del PSPV-PSOE Castellón