Quería escribir sobre el verano, sobre el comienzo del curso escolar y ese ruido de la derecha para la confrontación. Quería escribir sobre financiación autonómica, territorios, desigualdades y deslealtades. Quería escribirles sobre terrorismo internacional y la impresionante imagen del padre del pequeño Xavi abrazando al imán de Rubí. Quería denunciar la manipulación política e informativa del dolor ciudadano, la xenofobia, el odio y la venganza.

Quería escribirles sobre las vacaciones, el bullicio que regresa a las ciudades, los pueblos que se vacían, el final de un verano que, en la bella Morella, nos ha dejado el anuncio de un nuevo Sexenni. Quería contarles cómo llovieron miles de papelitos de colores en la ciudad de Els Ports el último domingo de agosto y cómo laten juntos miles de corazones morellanos. Quería compartir estas emociones que renacen de seis en seis años, que unen a un pueblo y recorren su historia, la cultura y la vida.

Pero solo puedo escribir sobre la tristeza y el dolor que sentimos en nuestra casa, de las lágrimas de Ximo tras la muerte del amigo, del muy querido Eliseu. El pasado lunes barría el confeti de l’Anunci en su calle del Pilar, con sus vecinos, compartiendo esa jornada tan morellana, hablando, comentando y sonriendo. Porque Eliseu siempre sonreía y hablaba, provocaba, estimaba. Siempre estaba cerca, en los buenos momentos y, sobre todo, en los más difíciles. Siempre protegiendo, ayudando, impulsando, alentando. Eliseu era esa certeza que necesitamos, esa entrega y apoyo que nace desde el cariño, en el calor de su mirada, de su interminable sonrisa. Y era la vida vivida entre Castellón, Morella y Villores.

Eliseu Allepuz, miembro del consejo de administración de PECSA, forma parte, además, de la historia reciente de Mediterráneo. Eliseu y Benjamín Casañ, economista y abogado, lucharon juntos por el rescate de este medio que tuvo en su día un futuro incierto. Ha estado siempre al lado de los avances, en la ética, en la defensa de identidad y cultura. Siempre comprometido. Pero solo puedo escribir de tristeza, de rabia. Y también de amor, de ese gran sentimiento que crecía en Eliseu. Y abrazar a Pilar, a Aleix, Paula, Imma, Merxe, a sus parejas… y al primer nieto, el pequeño Pau, hijo de Aleix y Carla, que crecerá con esa infinita sonrisa.

*Periodista