CARTA AL DIRECTOR

Entre los que mienten, los que engañan y los que nos quieren llevar al huerto con sus triquiñuelas (coloquialmente, astucia y habilidad para conseguir algo de forma tramposa), uno no sabe qué y a quién creer, porque quienes dijeron ayer blanco hoy dicen negro sin pestañear, y, queramos o no, nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino, que, como todo el mundo sabe, significa aceptar de buen grado y sucumbir ante cosas imposibles de creer.

Somos así de ingenuos y nos toman por tontos, que es una manera como otra cualquiera de claudicar sin rechistar, sin protestar siquiera, porque no está muy bien visto lo de manifestarse espontáneamente para reclamar algo, para decirle al mundo que estamos ya hartos de tantas manipulaciones y de tantos desengaños. Tenemos que movernos de nuestra zona de confort y cantar las cuarenta, las cincuenta o las sesenta y echar un órdago si hace falta, aunque sea de farol. Invoquemos, si es preciso, al Sursumcorda , a ese poder supremo, y si es preciso seamos irreverentes y menos reflexivos, porque solo con la razón no vamos a ninguna parte. Ánimo, amigos, y arriba los corazones, que buena falta nos hace. H

Enrique Stuyck