Dicen que no se recogen frutos de árboles que nunca se plantan. Hace algunas semanas recibimos una buena noticia relacionada con esta lógica del esfuerzo. Castellón y la Comunitat Valenciana avanzaban en la obtención de más banderas azules para nuestras playas. Esto es el resultado de una enorme obra coral protagonizada por los ayuntamientos de este territorio.

Quiero subrayar el mérito de todos aquellos munícipes de cualquier signo político, que cierran filas en la defensa de sus playas, conscientes del gran valor icónico que representan como un recurso turístico de primer orden.

Puede que haya otros indicadores de calidad, otras métricas que valoran diferentes parámetros de cualificación, pero las banderas azules han constituido durante años una motivación excepcional para los pueblos costeros. Por eso, no sería justo dejar pasar una noticia tan meritoria sin mayores consideraciones. Hoy nuestros programas de calidad se han sofisticado al compás de nuevas y mayores exigencias en todos los órdenes de la vida.

La sostenibilidad, la accesibilidad, el sistema integral de calidad en todo un modelo, destinos inteligentes, código ético, etc. constituyen programas que impulsamos con total determinación. Lo hacemos porque las sociedades más avanzadas entendieron que no se trata solo de elaborar marcas genéricas, sino que competir en este mundo global precisa marcas ligadas a la idea de calidad. En ese mundo no solo competirán las economías, las empresas o las ciudades turísticas, sino que competirán, fundamentalmente, sus propuestas de valor. Y es ahí donde necesitamos acelerar y transformar, en primer lugar, aquellas mentalidades más reticentes.

Durante estos días también estamos entregando los distintivos del programa Sicted con la Cámara de Comercio --buscamos específicamente la participación de todos los subsectores concernidos por el turismo--. Otro ejemplo de la implicación de muchos. Una muestra de la visión avanzada que han querido tener algunos municipios turísticos castellonenses. Queda mucho por hacer, pero merece la pena significar el empeño de los ayuntamientos y sector turístico por aliarse con la calidad.

Quizá deberíamos decir la cualificación permanente. No en vano, este será siempre un camino inacabado. El mundo cambia. Cambia la demanda, la oferta, los modelos de negocio, los canales de distribución, las tendencias, los niveles de exigencia y los listones de satisfacción de los clientes. Vivimos ya en la cuarta revolución industrial, la inteligencia artificial, la aceleración de los cambios y la velocidad del cálculo computacional. Quien tenga un determinado algoritmo tendrá la clave o la llave para conectar más y mejor con una demanda cada día más segmentada.

Sabemos que la cualificación y también el empeño en la formación de nuestro capital humano serán buenos pasaportes para no perder el tren del futuro. Por eso, debemos invertir en algo que trasciende el corto plazo. Los efectos de los cambios cualitativos presentan una cadencia más lenta, pero llegan seguro. Gracias a todos los que lo vieron y lo ven. Desde las ya longevas banderas azules hasta el más reciente e innovador de los sellos de excelencia.

*Secretario autonómico de Turismo