El Burnout o Síndrome del Trabajador Quemado se ha incluido, desde esta misma semana, en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como problema asociado al empleo. La lista tiene como objetivo proporcionar un lenguaje común a través del cual los profesionales de la salud pueden intercambiar información en todo el mundo.

El Burnout se describe como un síndrome resultante de un estrés crónico en el trabajo que no se ha manejado con éxito. Sus características esenciales son tres: sensación de agotamiento, sentimiento negativo relacionado con el trabajo y reducción de la eficacia profesional. El principal detonante suele encontrarse en el entorno laboral y en las condiciones de trabajo. El empleado que está expuesto a un estrés continuo, con una carga de trabajo excesiva, junto a una falta de formación, es propenso a acabar padeciendo el trastorno. Por otro lado, a pesar de no existir un perfil típico, sí existen rasgos personales como el conformismo, la inseguridad y la dependencia que aumentan la probabilidad de sufrirlo si el trabajador tiene que enfrentarse a situaciones estresantes.

La prevención del síndrome debe comenzar en la propia empresa. La primera medida que se debe tomar es evaluar las situaciones que generan ansiedad y estrés en el trabajador y tomar las medidas oportunas para intentar reducirlo. Para ello, se debe mejorar la organización proveyendo de las herramientas necesarias para que el trabajador pueda realizar sus tareas de forma adecuada, sin sobrecarga laboral. Además, el empleado debe aprender asertividad con el fin de establecer una buena relación comunicacional, sin discutir, ni someterse a la voluntad del resto de compañeros, defendiendo sus propias convicciones.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)