O muy largas o mortales. Y es que basta con escuchar o leer las noticias estos días para aplicarles este refrán porque, al igual que las infecciones de esta época del año, largas y de mala evolución, la actualidad viene cargada de calenturas que amenazan derechos fundamentales como el de la libertad o la igualdad. Sí, el órdago independentista catalán es el principal y sí, sigue asombrándome la capacidad de manipulación de los líderes soberanistas. Y este es uno de los aspectos del conflicto que más me inquietan porque, al igual que los regímenes dictatoriales, en Cataluña se ha hecho uso de la propaganda política para construir un discurso basado en el rechazo al Estado español y el enaltecimiento de su pasado como nación. Exactamente los mismos ingredientes que dictadores como Franco, Hitler o Fidel Castro utilizaron para captar partidarios. Y así hoy los secuaces de Puigdemont retiran banderas españolas, coaccionan a quienes no hablan su lengua y amenazan sin pudor a los críticos. Y aunque confío plenamente en la determinación del presidente Rajoy y del sistema judicial español, me preocupa y desalienta la fractura social que está provocando esta locura.

¿Qué pasa con esa mayoría silenciosa de catalanes que se sienten españoles y no son partidarios de consultas unilaterales? ¿pueden vivir en libertad en una comunidad en la que se les prohibe ser educados en castellano? Pues así es como empezó la deriva independentista, a través de la educación. Idéntico paso que el que está dando el Consell de Puig y Oltra en la Comunitat, y el decreto de plurilingüismo es un claro ejemplo. Lo asegura el mismo Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat al anularlo por considerar que discrimina a los alumnos que eligen el castellano. Y mucho cuidado porque el lunes volvemos al cole y así empiezan calenturas que, como la catalana, acaban siendo mortales.

*Portavoz del Grupo Municipal Popular de Castellón