En solo siete días tres hechos revelan que aquello que afirmó la nacionalista Oltra de «estamos cambiando el imaginario colectivo de los valencianos» --doctrinando, que diría usted--, como única acción relevante en su primer año de gobierno, toma cuerpo de forma tan sibilina como preocupante.

Junto al intento de erradicación del castellano en las aulas, la visita de Puigdemont al otro Puig, en pleno desacato independentista al Estado, nos dejó solo dos reivindicaciones y muchos abrazos:

1.- Estamos infrafinanciados o «Madrid nos roba» que dicen más al norte. Lo curioso es que esa es la financiación que aprobaron ellos mismos en 2009, el PSOE en pacto con el nacionalismo catalán y quien gobierna en Madrid, los malos del «gobierno central», es decir el Partido Popular se opuso porque el sistema iba a generar mayores desigualdades entre las autonomías españolas.

2.- «Hemos de estar mejor comunicados Cataluña y Valencia -cierto-, necesitamos el Corredor Mediterráneo, que Rajoy y el Estado centralista bloquean para que nada llegue a la periferia».

Pues la diferencia es de 6.350 millones de euros invertidos en cuatro años del gobierno de Mariano Rajoy en el Corredor Mediterráneo, con el 100% de los tramos licitados, frente a cero en la etapa en la que Zapatero gobernaba con el apoyo nacionalista, y como obra de hermanamiento entre ambas comunidades hizo el Castor con más de 1.200 millones, por los que José Luis ya pidió perdón.

3.- Este propósito estudiado de buscar culpables en Madrid de la incapacidad propia y de generar desafección con la capital y el gobierno común, ha tenido su culmen en el anuncio del cambio del modelo lingüístico. Por el cual los niños que viven en territorios de predominio lingüístico castellano, o aquellos padres que elijan esa lengua como vehicular en la formación de sus hijos, se quedarán sin la titulación en inglés que sí tendrán quienes opten por el valenciano.

Es el chantaje a los padres, la inmersión forzada por la necesidad de aprender inglés. La propia denominación tiene una evidente carga despectiva con el castellanohablante, los niños que opten por más horas en valenciano serán «niños avanzados» y estudiarán en el nivel avanzado y los niños que opten por más horas en castellano, serán tan sólo «niños básicos» y estarán en el nivel básico.

Todo ello cuando la inmensa mayoría de ciudadanos pensamos que se debe tratar por igual a niños de lengua valenciana y castellana y la libertad de los padres a elegir no puede estar penalizada por la reducción de horas en inglés.

A nadie ya extrañará la conjunción de ocultaciones de banderas nacionales, prohibición de bous al carrer en Valencia capital, la sugerencia del Consell a las bandas de música que no toquen el himno de España, la supresión de símbolos cristianos de los cementerios o la organización por parte del ayuntamiento de Castellón de un Corpus Civic a la misma hora que el tradicional Corpus Cristi.

Se trata de eliminar o menospreciar lo que nos une para repetir con tres décadas de retraso el proceso que en Cataluña tantos réditos ha dado al nacionalismo. H

*Secretario general del PPCS