Querido/a lector/a, he leído un informe del Consejo de la Juventud de España que decía que nuestra juventud es la que más tarda en emanciparse en toda la UE. Y es que un joven sueco suele irse a los 18 años, la media europea está en torno a los 25 años y, los españolitos, a los 29. La cuestión es que esa circunstancia que sufren nuestros jóvenes, ni es casualidad ni es consecuencia de una tara genética que les impida volar. ¡Nada de eso! Lo que les pasa es más fácil de explicar y comprender: tiene que ver con el triste hecho de que muchos de ellos, demasiados, no tienen empleo, están en el paro, y los otros, los que tienen la suerte de tener curro, cobran poco, una media de unos 11.200 euros al año, unos 932 euros al mes. O dicho de otra forma para entendernos, ese salario no da para pagar hipoteca o contratar un alquiler en solitario. Dos posibilidades que cada una de ella ronda 800 euros al mes. Por lo tanto, casa, estufa, comida, tabaco, ropa… de la mamá y del papá, y todo lo que honradamente se les pueda sacar, es, de momento, el único camino.

Estando así la cosa, me vino a la mente la palabra crimen. Después de buscar su significado exacto en el diccionario de la RAE, me enteré que significa «delito grave, acción indebida o reprensible, acción voluntaria de matar o herir gravemente a alguien». Es decir, me enteré de que lo que estamos haciendo a nuestra juventud es un crimen. ¡Ojo! Al decir «estamos» me refiero a quienes sacan beneficio económico de matar la ilusión y el valor de la emancipación en la juventud y, también, como no, a quienes no saben defender la autonomía de la política y, en casos graves como estos, imponer condiciones de trabajo y vida digna para nuestros jóvenes.

*Analista político