La caída del tour operador Thomas Cook no ha sido una tragedia para el turismo en la Comunitat Valenciana. Podemos hablar de unos efectos ciertamente moderados. Sobre todo si los comparamos con lo acontecido en Canarias o Baleares, mucho más dependientes de este gigante global que nosotros. Aquí el sector fue lo suficientemente inteligente como para diversificar su repertorio de distribuidores anticipando este tipo de eventualidades y siniestros.

Thomas Cook fue el británico pionero y visionario que, en la primera mitad del siglo XIX, ya desarrolló un negocio con los viajes organizados. Su longevidad como empresa, 170 años de trayectoria, le habían llevado a desplegar todo un entramado global que no ha podido superar una crisis financiera larvada desde hace cierto tiempo.

Aunque se haya podido dar la acumulación de varios factores en su desplome, la falta de adaptación a los nuevos tiempos ha sido, como indican numerosos analistas, uno de ellos. La revolución tecnológica y la eclosión del acceso a la información lleva tiempo cambiando los hábitos en consumidores y turistas. Aunque la touroperación a gran escala mantiene un cierto tamaño, es evidente que la gente busca, escoge y contrata cada vez más de forma autónoma sus viajes y vacaciones. La tecnología y la red han democratizado, en cierta medida, las relaciones en la industria turística y mucho más allá.

David ha tumbado a Goliat. O está en disposición de hacerlo. Los gigantes globales, en su formato clásico, han ocupado hasta la fecha una posición dominante en el mercado. Hasta el punto que podían alzar, hundir, potenciar o ignorar un determinado destino turístico a su antojo. Influir y condicionar precios ejerciendo el poder de su fuerza y tamaño. Cuando el poder de la decisión se desplaza hacia el ciudadano o consumidor directo, las reglas de la intermediación cambian. El destino y el cliente se miran cara a cara.

Se abre un escenario distinto. Hoy podemos acceder a toda clase de ofertas, precios, vuelos, experiencias, ofertas complementarias, etc, modelando unas vacaciones prácticamente a la carta y desde nuestro smartphone. Quizá esto pueda dar pie a la gestación de otros gigantes, más sutiles y discretos, pero tan poderosos o más que los anteriores. Aunque la urdimbre de la industria tecnológica no es el asunto de la presente reflexión.

SEA como sea, el mercado se mueve y continuará moviéndose. Vivimos un momento en el que cambian los modelos de negocio, cambia la oferta, la demanda, las tecnologías, los patrones de consumo. Por cambiar, cambia el clima y cambiarán las personas (en otros artículos ya hemos esbozado la idea de la transhumanidad). Lo que no cambiará, de momento, es la pulsión de la gente por viajar. Esto siempre es una buena noticia. Al tiempo que una vacuna contra la ignorancia, la intolerancia y el odio. Viajar abre mentalidades y pule la percepción del mundo. Dicen que la vida da muchas vueltas pero las vueltas -viajar- dan mucha vida.

*Secretario Autonómico de Turismo