Los políticos son elegidos como representantes de los ciudadanos para el mantenimiento, la gestión y la administración de los recursos públicos, y deben tomar decisiones con la finalidad de resolver los problemas que plantea la convivencia colectiva, velando por el interés general de los ciudadanos y buscando el bien común.

La desafección política es un término que se ha definido como el distanciamiento entre la ciudadanía y sus representantes, que se ha calificado como el resultado de la indignación, la decepción y la desconfianza, problema grave del sistema político actual, no habiendo motivos para creer en una recuperación inmediata de la confianza de los ciudadanos hacia sus representantes. Sin embargo, comparto con otros que la desconfianza hacia la clase política no es sinónimo de pasotismo, fruto de la despreocupación o de actitudes negativas hacia la política en general, sino todo lo contrario, del surgimiento de ciudadanos más críticos y exigentes, que se interesan por los asuntos públicos y que muestran su insatisfacción con el funcionamiento del sistema. No obstante, es evidente que sigue existiendo una mala percepción de la clase política, por la concurrencia de distintos factores que han contribuido a deteriorar esa imagen, como la crisis económica, la radicalización del discurso por intereses partidistas que acaba en un descrédito mutuo de los políticos, la irritación que produce la falta de respuesta a los problemas y la falta de capacidad para llegar a acuerdos. Pero los sentimientos antipartidistas o antisistema son el caldo de cultivo para que surjan los populismos, actitudes políticas consistentes en denunciar los errores sin hacer propuesta alguna, fomentados en ocasiones por medios de comunicación que hacen ver a la opinión pública una política de adversarios.

Los partidos políticos, ya que tienen como fin promover la participación de los ciudadanos en la vida democrática para alcanzar el bien común, deben procurar incentivar la afección política y, para ello, deben fomentar la proximidad, moderar su discurso y evitar el descrédito. Eso sí, con humildad.

*Portavoz del PP Ayuntamiento Benicarló