El pasado 20 de marzo se celebró el Día Internacional de la Felicidad. Desde el 2013, la ONU celebran este día como reconocimiento al importante papel que desempeña la felicidad en la vida de las personas, pretendiendo concienciar a los estados de que intentar poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y proteger el planeta son tres aspectos fundamentales que contribuyen a garantizar el bienestar de las personas.

Un estudio reciente asegura que las personas más formadas y cultas se manifiestan más satisfechas con su vida. El informe apunta que los usuarios que acuden con mayor regularidad a eventos culturales son más felices, lo que desmiente aquel dicho que reza que cuanto más tonto, más feliz. También es importante ser agradecido. La gratitud provoca beneficios psicológicos aumentando exponencialmente el grado de felicidad de las personas. Las personas que hacen de esta actitud un hábito de vida se sienten más saludables, más optimistas y son más dichosas. El consabido mens sana in corpore sano es otro factor clave en la búsqueda de la felicidad, pues el ejercicio físico permite liberar endorfinas y mejorar el estado anímico.

Por último, disfrutar de los mini placeres de la vida cotidiana se torna también esencial si de felicidad hablamos. Así, comer una onza de chocolate o escuchar nuestro grupo preferido contribuye en la felicidad de la gente. Al hilo de esto último, la canción de Queen Don’t Stop me Now (1979) tiene el honor de ser la canción que más felicidad induce a la gente a nivel mundial. A esta conclusión se llegó después de aplicar una ecuación que incluía la reacción que provoca a quien la escucha, el ritmo de 150 beats por minuto y el contenido positivo de la letra. La segunda de la lista es Waterloo del grupo Abba.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)