Querido lector/a, este fin de semana se han realizado las llamadas Marchas por la Dignidad. Es decir, miles de ciudadanos de toda España --también de Castellón-- han sido llamados por diferentes organizaciones cívicas y sindicales --CCOO, por ejemplo-- y con autobuses se han plantado en Madrid para reclamar derechos básicos. Y digo básicos porque no son caprichos. Me refiero a empleo estable, salarios dignos, renta básica y pensiones adecuadas, además de la derogación de la reforma laboral impuesta por la derecha, por el PP. Por cierto, no discutiré si alguien quiere ir o no ir a este tipo de movidas --cada uno toma sus propias decisiones--, pero es evidente y así lo reconocen algunas de las instituciones más especializadas en el mundo del trabajo, «que España es una realidad de paro, pobreza, desigualdad y corrupción». Es más, incluso saben y señalan «que la reforma laboral ha generado las peores condiciones laborales de la historia de la democracia, hasta el extremo atropellar y humillar la dignidad de los trabajadores».

Querido lector/a, todo lo dicho no tiene discusión. Y es que, la patronal aprovechando el drama del paro masivo aprieta la tuerca a la baja de los salarios y de las condiciones trabajo de las personas que aún tienen empleo. Encima, varias tenazas y acuerdos impuestos por la UE, FMI, etc., imponen adelgazar el gasto público y sus consecuencias afectan a las inversiones, servicios y pensiones públicas. En última instancia los Presupuestos del Gobierno de España para el 2017, los del PP con Ciudadanos, además de seguir esa desgraciada línea, recortan hasta lo último, lo impensable: las prestaciones al desempleo. Así es que, hablando de presente y de futuro, peor imposible. Por lo tanto, lo del nombre de Marchas por la Dignidad está bien pensando. Ahora, hace falta que, la ciudadanía, además de sufrir la situación, también por dignidad sea rebelde contra ella.

*Experto en extranjería