He cruzado infinitas veces la Plaza Mayor de Castellón. He observado infinitas estampas urbanas en este espacio, en el mercado, en la plaza de la Pescateria, he pasado muchas veces por la pequeña plaza del Mercadillo para acceder a la Mercería Elías, porque antes adquiríamos botones, cremalleras, carretes de hilo, agujas, coderas y rodilleras para la ropa infantil. He escrito infinitas líneas en el periódico Mediterráneo contando la vida castellonense que iba sucediendo en estos espacios comunes.

He visto la misma vida desde el hermoso edificio municipal, con el alcalde Daniel Gozalbo, en tiempos de una ciudad que avanzaba, hablaba, sentía. He escrito tanto sobre la construcción de la plaza Santa Clara y del aparcamiento subterráneo que acabé enterrada en el cofre de la primera piedra, allá por los años ochenta, con el «artículo más ácido» escrito sobre aquella actuación urbanística. Un ejemplar de Mediterráneo del año en el que comenzaron las obras, dormita bajo las losas de Santa Clara con un artículo que titulé La nueva necrópolis porque aquello era un urbanismo lleno de grises. Con el alcalde Gozalbo aprendí a estimar aquellos espacios que iban respirando, creciendo como el eje real de la vida ciudadana. Ya eran plazas para el encuentro, es el centro, el punto de partida y de llegada de la red urbana, y la vida ha ido pasando sin detenerse, con más o menos huellas, con más o menos ruido.

La plaza Mayor siempre ha sido un gran escenario en ocasiones principales y especiales. El sábado pasé toda la mañana a los pies del Ayuntamiento, en la presentación de Peix de llotja, una campaña para estimular el consumo de uno de nuestros productos de mayor calidad y muy saludable. El pescado fresco que día a día capturan los pescadores de las cofradías de Castellón, Vinarós, Burriana, Peñíscola y Benicarló, y que cocinó, allí mismo, el chef Miguel Barrera. La plaza Mayor era la vida plena de Castellón. El Peix de Llotja convivió con el espacio de Patim, con Castelló +Sostenible, Cruz Roja, con el homenaje del Ayuntamiento a las maestras y maestros, con el paso de decenas de perros de acogida, con dos bodas en el edificio municipal, las terrazas rebosantes al sol de la Pescateria, la nueva ornamentación navideña. La vida fluyendo en un espacio hermoso, recuperado, abierto, vital. La plaza Mayor brilla y vibra ahora más que nunca.

*Periodista