Querido/a lector/a, no me extrañaría que existiera gente a la que no le guste este comentario. A pesar de ello, y desde la independencia, manifiesto que no me preocupa. Peor sería resignarme a aceptar un estilo de configurar listas electorales que no considero apropiado. Intentaré explicarme, aunque no aportaré nada que no se haya dicho.

A tal efecto advierto que no soy un utópico raro. Simplemente me encuentro entre quienes consideran que la política, que debe mantener un horizonte emancipador, es el único poder al alcance de quienes no tienen poder. Además, entiendo que los partidos políticos son ahora piezas clave para configurar y representar la opinión pública, y han sido esenciales en la conquista de la democracia. Y más aún, los de izquierda, han hecho posible que tuvieran voz y voto los sectores sociales que siempre habían quedado fuera de la participación política.

Así es que, para mí, la política y los partidos son realidades importantes. Tanto que, como herramientas aún imprescindibles, se debe cuidar su renovación y perfeccionamiento en los contenidos y en la forma de hacer política. Se debe sintonizar, pues, con los nuevos elementos emergentes en la sensibilidad ciudadana (protección medioambiental, pacifismo, interculturalidad, derechos de la mujer…) y, también, entender que partido viene de parte, y los de izquierda representan a la parte de la sociedad que más necesita de organizaciones democráticas y que sean eficaces.

Organizaciones que para sintonizar cada día más con los sectores progresistas, deben adaptarse a las exigencias de más protagonismo de los afiliados y más innovación organizativa. Por eso, cuando alguien y de la forma que sea condiciona la elaboración de listas electorales, está robando eficacia y violentando una seña de identidad de la izquierda, la participación o el derecho de los afiliados a decidir su futuro.

*Analista político