Esta semana pasada fui a un ayuntamiento de la Comunitat Valenciana en el que unos clientes míos pretendían instalar una actividad en una nave industrial situada estratégicamente en un polígono industrial construido desde los años 80 pero que, desde entonces, las diversas corporaciones habían sido incapaces de completar la urbanización. Faltaba el alcantarillado y alguna cosa más. Pero está lleno de actividades en funcionamiento que o bien se les dio licencia en su día o están allí ilegalmente.

Y, de repente, nos atiende un funcionario que se jacta de que el primer informe que emitió, en 1992, fue para denegar licencias en aquel polígono industrial. A partir de aquí, a cualquier opción legal que se le proponía y razonaba por nuestra parte era contestada con un NO sin fundamentar. Hasta que llegamos a una solución legal que no tenía reproche alguno. Y aquí la contestación del funcionario fue la que utilizan todos aquellos inútiles e incapaces que llenan puntos clave de nuestra administración para demostrar su categoría: “es que yo no acabo de verlo”. Esa frase lapidaria impedirá una inversión importante en el municipio. Y todo ello por falta de voluntad, por falta de conocimientos o por miedo a equivocarse. Vaya usted a saber. Mientras, el concejal de urbanismo hacía una auténtica cara de mártir y parecía implorar ayuda. Sin embargo, el funcionario le advertía que si daba cualquier licencia estaría prevaricando. Y, por tanto, el político (que no tiene por qué saber de urbanismo) no otorgará licencia alguna. H

*Abogado. Urbanista