Querido/a lector/a, por Navidad y porque es tiempo de solidaridad, suelo utilizar este rincón para escribir un artículo sobre los inmigrantes. Sobre aquellos hombres y mujeres que se desplazan a otro país, continente o mundo, buscando encontrar, posiblemente por necesidad, aquello que no encuentran en el suyo y que suele ser una vida digna.

Por ese motivo le pregunté a un amigo experto en la materia que cuantos extranjeros viven en España y la respuesta no se hizo esperar: «Unos cuantos millones pero menos de lo que algunos dicen». Al tiempo también le pregunte cuántos españoles viven en estos momentos en el extranjero, y la respuesta es casi igual: «Son algunos menos, pero también es en plural porque son unos cuantos millones». Es decir, España es un país que acoge pero también tiene millones de hijos fuera.

Bueno pues, a todos los inmigrantes, a esos seres humanos que independientemente de su nacionalidad o condición buscan la felicidad, les deseo que estén donde estén se encuentren integrados. Algo difícil porque por desgracia y al igual que en España, son muchas las leyes de extranjería que no buscan la integración social de las personas, sino regular flujos y adecuarlos a las exigencias del mercado laboral con el objetivo de ocupar vacíos laborales y controlar irregulares. Es decir, la consideración del papel del inmigrante, en general, se considera puramente utilitaria. Esas leyes no tienen especial sensibilidad con su condición social, política... No contienen lo que reclama la integración social, la igualdad de derechos.

Querido/a lector/a, a todos los inmigrantes y en la espera de leyes de extranjería que faciliten la dignidad y la integración, feliz Navidad.

*Analista político