Querido lector:

A pesar del frío y el viento, Castellón se vuelca con su Magdalena. Las dos fiestas, la oficial y la de la calle, discurrieron el primer día de víspera, el día del Pregó, unas veces paralelas otras entremezcladas, con masiva presencia de gente por calles, plazas, mesones, recintos y carpas desde primeras horas de la mañana hasta últimas de la noche. La capital, que en días de invierno como el de ayer o el de hoy parece vacía, fue en su primer día de la fiesta grande un dispendio de ganas de marcha en collas y gaiatas, de grandes y pequeños, de amigos y familias, y sobre todo de numerosos visitantes de la provincia que vencieron a la climatología sobradamente.

Las nuevas fiestas como gustan llamarlas munícipes y Junta actual, apenas atendieron a los socorridos y recurrentes debates de todos los años sobre fechas fijas o móviles que tanto divierte sacar a relucir año tras año al que algo tiene de responsabilidad festera, especialmente cuando las fechas vienen adelantadas y hacen días fríos y lluviosos. De algo hay que hablar, claro. Como de los cambios que ha implementado la nueva Junta, ayer el primero en el recorrido del Pregó, condicionado por más medidas de seguridad y que salió bien, como no podía ser de otra manera, dada las ganas de fiesta de los castellonenses. Los Moros d’Alqueria, los Barbuts y sus nanos i gegants, els Cavallers, els Templaris, L’Aljama... y todas las delegaciones de las ciudades y pueblos de la provincia desfilaron por las calles de Castellón sin mirar los nombres de las calles, ni de plazas.

Y hoy también la Romeria, el acto central y más querido de les Festes de la Magdalena, saldrá bien, haga el tiempo que haga, con fervor religioso o con sentimiento cívico, a pie o en carromato, con rollo, bocadillo o paella... porque miles y miles de castellonenses interiorizarán y exteriorizarán su ser y sentir de pueblo de la forma que elijan.

En síntesis, haga frío o no, haya cambios o no, se debate sobre los mismos o se pase de ellos..., la Magdalena posee un carácter único, un adn propio, que sirve de columna vertebral inamovible: una fiesta de gran tradición y de novedad y una fiesta popular del carrer.