El Día de la Igualdad Salarial, que se conmemora el 22 de febrero, vuelve a poner sobre la mesa la brecha salarial que discrimina a las mujeres en el mercado del trabajo y en el ámbito privado. Además, esta brecha se ha incrementado por las consecuencias sociales y económicas de la crisis sanitaria. Si no logramos cumplir con la meta de a igual trabajo, igual salario entre mujeres y hombres, no avanzaremos como sociedad igualitaria. El empoderamiento económico de las mujeres es un férreo compromiso de los gobiernos socialistas por lo que, desde las administraciones públicas, estamos priorizando líneas específicas de apoyo y ayuda económica. Es indispensable profundizar en la mejora de las condiciones de las mujeres en el ámbito de su independencia económica y, por tanto, en la garantía para tener una vida digna.

La dificultad de acceder al mercado laboral sigue perjudicando a la población femenina, así como su promoción en sus puestos de trabajo. La brecha salarial de género se sitúa, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, en el 21,4%. Asimismo, las mujeres suponen el 74,4% de los contratos a tiempo parcial frente al 25,6% de los hombres, y la tasa de paro femenino supera en cuatro puntos al masculino, situando a España en el segundo país de la Unión Europea con mayor tasa de desempleo entre las mujeres y el país donde más ha crecido el paro femenino por la crisis sanitaria. Por otro lado, la causa principal que marca la desigualdad salarial son los cuidados a menores, a personas mayores y el trabajo doméstico que recae desproporcionadamente mucho más sobre las mujeres. Una mayor demanda de estos trabajos en tiempos de pandemia, han marcado aún más las desigualdades.

Esta situación discriminatoria es un problema global que sufren las mujeres en todos los países. Como vicepresidenta de la Red Iberoamericana Municipalista para la Igualdad de Género (RIMIG) he podido comprobar, en la última reunión de dirección celebrada hace unos días, las grandes desigualdades que sufren todas las sociedades y que han posicionado a las mujeres como las primeras víctimas de esta pandemia. El empoderamiento económico de la mujer no puede detenerse, es tan necesario como urgente. Desde las administraciones públicas debemos proteger a las mujeres con líneas específicas de ayuda económica y una gestión pública con perspectiva de género. Hay que impulsar acciones comunes para apoyar a las mujeres. Es el caso, entre otros, de los fondos europeos para la reconstrucción que pueden servir como plataforma para impulsar proyectos que empoderen a las mujeres y contribuyan a su autonomía e independencia económica. Europa es sensible a las políticas de igualdad y Castelló tiene experiencia en la captación y ejecución de fondos europeos, por lo que esta experiencia puede ser compartida para intentar captar ayudas que nos permitan iniciar conjuntamente proyectos que visibilicen e incrementen el empoderamiento de las mujeres. Se trata de cooperar, de aunar esfuerzos institucionales en nuestro país y entre países para combatir la brecha salarial y mejorar la calidad de vida de las mujeres desde una igualdad real. H

*Alcaldesa de Castelló y vicepresidenta de RIMIG