Es cierto que hemos entrado en el año 2019. Pero al mismo tiempo cabe advertir que el futuro político que nos espera como estado multinacional, como patria o, simplemente como ese algo colectivo que somos, de momento parece incierto.

En cualquier caso dejo constancia que no me refiero a un devenir político apocalíptico. Ese papel de Casandra o de profeta de falsos y acojonadores futuros y destinos, en España, y de momento, solo lo tiene José María Aznar. En mi caso solamente indico que a pesar de que ha resultado altamente positiva la moción de censura contra Mariano Rajoy y el PP por la medidas que se han aprobado o se proponen desde el Gobierno sociata de Pedro Sánchez recortar los artículos más agresivos de la ley mordaza, la subida de salario mínimo y pensiones, la recuperación de la universalidad de la sanidad, cambios en la cúpula de la RTVE para garantizar más independencia, la derogación de algunos aspectos de la reforma laboral o la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, o parece evidente y, en consecuencia es justo reconocer, que el Gobierno del PSOE, ni junto a Podemos, tiene la mayoría suficiente para hacer viable un proyecto político de futuro, estable, progresista y capaz de afrontar la demandas sociales más urgentes. Si a esta circunstancia, que no es menor, le unimos que ERC y el PDECat hoy consideran más prioritarios sus objetivos independentistas y, al tiempo, desde la derecha pepera y ciudadana están más preocupados por conseguir espacios de poder que por España (hasta el extremo de beneficiarse de Vox a cambio de integrarla en instituciones democráticas andaluzas), parece lógico pensar y decir que el mañana o el futuro en términos políticos es algo totalmente incierto.

Nadie sabe qué va a pasar o cómo se solucionará lo de Cataluña. Deseo que sea desde la palabra, el diálogo y el consenso. Es decir, en contra de la confrontación que plantea la derecha política española.

*Analista político