Hace casi un año que no escribo ningún artículo de opinión. El hecho de que todos mis artículos los redactara yo mismo unido a la proximidad del año electoral, ostentando la alcaldía en un gobierno en minoría absoluta, hizo que la poca disponibilidad de tiempo con la que contaba evaporara mi acción en este cometido. En estos momentos, no es que el tiempo disponible sea mucho mayor, pero como siento la necesidad de escribir este artículo desde hace meses quiero aprovechar el hecho de que con la edad cada vez parecen ser menos necesarias las horas de sueño.

Posiblemente muchos lectores crean que estoy muchos años en política, nada más lejos de la realidad. Entré en el Partido Popular a finales del año 2010. Todavía no he cumplido ni los diez años y con la bisoñez política que tengo, aquí estoy, metiéndome en todos los fregaos. Dejando de lado el resultado electoral local, decir que fue un gran alivio para mí que mi entrada en el PP coincidiera con el anuncio de la entrada de Javier Moliner como presidente de la Diputación de Castellón. También fue fruto del resultado electoral, paradojas de la vida, el mismo por el cual nos quedamos en la oposición en Moncofa. Javier Moliner tuvo que realizar grandes ajustes en la Diputación. Ajustes dolorosos en lo que respecta al personal y de racionalización de un gasto que tenía a la institución provincial contra las cuerdas. Sin embargo, el que para mí es su mayor aportación es el haber convertido a la Diputación en el ayuntamiento de ayuntamientos de todos los pueblos de la provincia. Con Moliner todos hemos sido vecinos de la misma provincia.

Esa es mi clara convicción. Y mi esperanza es que ahora que la Diputación pasa a estar gobernada por el PSOE-PSPV se mantenga un modelo justo con todas las poblaciones, que continúe al lado de las localidades medianas y pequeñas. Una Diputación con numerosos pequeños proyectos de reducido importe económico que significan mucho para los municipios más pequeños.

Considero que Javier Moliner ha sido un gran gestor y también un gran político, capaz de entablar puentes de diálogo con todos, en un periodo en el que la crispación provocada por la extrema izquierda enturbiaba el día a día.

Puede ser que pertenezca a una generación pasada de moda, sin embargo, siempre me sentiré orgulloso de pertenecer a la generación Moliner, al que considero un gran ejemplo como político y gestor. Ha sido capaz de dialogar con todos en una institución que adolecía de diálogo y necesitaba de una gestión eficaz, convirtiendo a su vez a la Diputación en el ayuntamiento de ayuntamientos y espero que continúe siéndolo. Gracias Javier, por convertirte en un ejemplo de la buena política.

*Alcalde de Moncofa