Esta pregunta procuro hacérmela casi cada día y especialmente desde marzo, cuando un virus desconocido irrumpió en nuestras vidas para quedarse.

Mucho se habló durante el confinamiento de las lecciones de la pandemia. Solidaridad, responsabilidad y agradecimiento fueron los calificativos más escuchados. También confusión, miedo, rabia y decepción. Meses después, todo y nada ha cambiado.

Desde Cs le exigimos un Plan B hace un mes. Le exigimos que cumpliesen con lo firmado y que acordasen un marco legislativo común de actuación, no 17 leyes distintas. Sin embargo, parece que esta propuesta se había perdido en algún cajón o caja B/S de la coalición del retroceso.

La responsabilidad individual tan demandada en estos tiempos, se la deberían aplicar ellos también. Pues nuestros gobernantes son los primeros que han de tomar ejemplo, y un buen ejemplo desde luego no es copar la bancada socialista en el Congreso, incumpliendo el distanciamiento social.

Estamos condenados a cometer los mismos errores si seguimos este camino. La mascarilla, la limpieza de manos y la distancia social han de cumplirse. Como también tenemos que dejar a un lado el clima de tensión, señalamiento y criminalización de determinados sectores y grupos sociales. Porque ni los buenos, son tan buenos, ni los malos son tan malos.

Todo se trata al fin y al cabo de pensar en el bien común y colectivo, pues hay una premisa muy básica y que al ser humano le cuesta mucho de asimilar: Si a los demás les va bien, a uno le irá mejor.

La salud y la economía de este país está en juego. Y también, ¿por qué no?, la felicidad. Porque el dinero no da la felicidad pero ayuda y sobre todo el poder disfrutar del bienestar con los nuestros.

Permítanme un consejo para acabar. No solo ahora, sino todos los días. Con o sin covid, pregúntense qué han aprendido hoy. H