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Los aires de apertura parecen bien instalados en la sociedad iraní. A falta de los resultados oficiales que aún no se han anunciado de las elecciones legislativas y para la Asamblea de Expertos del viernes, los datos conocidos hasta el momento indican un neto avance de las fuerzas reformistas y moderadas, y un también claro retroceso de los conservadores. Quienes han sufrido una mayor derrota son el sector del conservadurismo más ultra, totalmente contrario al acuerdo nuclear entre Irán y Occidente que se habría quedado fuera del Maylis, del Parlamento.

Este aspecto concreto del resultado confirma que estas elecciones eran no solo, o no tanto, un pulso entre reformistas y conservadores. La línea divisoria pasaba entre partidarios y contrarios a un acuerdo que conlleva una apertura al exterior.

Otra divisoria que retratan los resultados es la que pasa entre capital y grandes ciudades, y el resto del país, entre el Irán urbano y el rural. En Teherán la victoria moderada y reformista ha sido abrumadora en el sentido más literal de la palabra ya que esta opción logró los 30 escaños en liza en la capital. Y lo mismo en la Asamblea de Expertos, con 15 de 16 puestos para los reformistas.

El Maylis que emerge de estas elecciones es un Parlamento que se ha movido hacia el centro, en el que será necesario el pacto y el acuerdo entre las fuerzas principales de la cámara. Si se pretendía que estas elecciones fueran un plebiscito sobre la actuación del presidente Hasan Rohani, un clérigo moderado artífice del acuerdo nuclear, los resultados le dan un aprobado amplísimo.

Y lo mismo puede decirse de los resultados en el organismo de expertos que debe elegir en su día, que se presume cercano, al líder supremo en sustitución de Ali Jamenei, anciano y de poca salud. El gran peso adquirido por reformadores y moderados en este cuerpo, entre ellos el propio Rohani y el expresidente Hachemi Rafsanjani, anuncia un alejamiento del fundamentalismo más estricto.

Irán se encamina, pues, hacia un cambio. Sin embargo, las fuerzas más ultras disponen de resortes para hacerlo descarrilar como ya ocurrió en el 2004. No hay que olvidar que, pese a la existencia de una clara voluntad reformadora y de cambio en la sociedad como han demostrado estas elecciones, Irán es un régimen teocrático en el que la democracia es escasa y muy deficiente.