Querido lector/a, ha vuelto a pasar. Digo con ello que no es la primera vez que habiendo llegado a la secretaria general del PSOE Pedro Sánchez, se cambia alguna decisión política que ya estaba determinada. La primera fue cuando recién llegado a la secretaria general (antes de que lo echaran), Pedro Sánchez pidió a los 14 eurodiputados socialistas que votaran en contra del luxemburgues Juncker como presidente de la Comisión Europea. La razón era simple: era de derechas, el candidato del PP europeo, uno de los padres de las políticas austericidas europeas que tanto daño están haciendo a los sectores más humildes.

Ahora, de nuevo, cuando parecía que mañana en el Congreso el PSOE iba a votar a favor y ratificar el tratado comercial con Canadá (conocido como CETA), Sánchez y la nueva dirección del PSOE anuncia que se abstendrán en el CETA porque no están de acuerdo en su contenido. No obstante, no votarán en contra para demostrar que apoyan la necesidad de establecer convenios multilaterales justos. Circunstancia esta, la de la abstención, que hace que algunos diputados socialistas se sientan un tanto ninguneados por la nueva dirección. Entre otros motivos, porque durante años han negociado con Bruselas su contenido. En cualquier caso, Pedro Sánchez, Manuel Escudero y José Félix Tezanos… lo tienen claro: el tratado con Canadá ha dividido el voto de la socialdemocracia europea porque el contenido del acuerdo puede perjudicar a los trabajadores europeos. Además, el PSOE ha abierto una nueva relación con los sindicatos UGT y CCOO y, todas las partes quieren que ese dialogo tenga vocación de futuro e incidencia en lo que se legisle. Y es que, decir y repetir, como ahora hace el PSOE, aquello de «somos la izquierda», «somos una izquierda de gobierno» o «debemos volver a los principios de la socialdemocracia», obliga a cambiar o matizar posiciones y marcar la diferencia.

*Experto en extranjería