Querido lector:

Al igual que un servidor, creo que los más de 15.000 aficionados asistentes al partido de Copa frente al Athletic de Bilbao salieron tremendamente decepcionados del Madrigal. No tanto por el penoso espectáculo ofrecido por el plantel de jugadores elegido por Marcelino, sino porque desde el principio percibimos que el planteamiento del partido se había articulado para no continuar en la competición copera. De ahí los silbidos del respetable en algunas etapas del partido hacia el conjunto amarillo, que veía con desilusión cómo sus jugadores no tenían intención siquiera de intentar ganarlo para seguir adelante.

Salí del partido con esa impresión, apesadumbrado también por escuchar, cosa insólita, los primeros silbidos de la temporada ante la desidia predeterminada de los jugadores. Y ayer, en cada tertulia futbolera que mantuve, que fueron varias y variadas, no fui el único que la tuvo. Prácticamente todos coincidimos. Marcelino planteó el partido para no pasar la eliminatoria en una estrategia de selección de objetivos y minimización de los riesgos: la Liga y la Europa League.

Personalmente creo que fue un error. No por descarado, que lo fue, ni por despreciativo hacia la afición, que también lo fue, sino porque aunque las tres competiciones suponen un desgaste de plantilla excepcional, considero que la Copa del Rey debe ser para el Villarreal el potencial torneo donde obtener el título que se merece tras más de 15 años en la primera línea del fútbol español y europeo.

Y porque además creo que el margen de maniobra que tiene en liga --en puntos ante sus seguidores y en más puntos aún ante los que al final de temporada estarán siguiéndole en la clasificación como el Sevilla o el Athletic de Bilbao-- le hubiera permitido el esfuerzo de intentar pasar a cuartos coperos sin que el equipo notara demasiado el desgaste. Y una vez ahí, en función del rival, decidir si arriesgaba o no.

Una pena, de verdad. Y una decepción, que solo se compensará si el Villarreal, ojalá, acabe en puestos de la millonaria Champions.