Soy un enamorado del deporte, más de verlo y disfrutarlo que de practicarlo. Pero no soy de los que considere que haya que elevar al olimpo a los deportistas exitosos. Eso no quita que crea que resulta tan interesante como adecuado reflexionar sobre ciertos factores que rodean a ciertos éxitos (y fracasos) deportivos e incluso extrapolarlos a otros ámbitos, como el político. He estado reflexionando sobre dos aspectos que han rodeado la victoria en el mundial de baloncesto de la selección española.

El primero, la importancia de las denominadas «ventanas FIBA», es decir, las fases clasificatorias previas al mundial donde varios equipos nacionales han participado sin sus principales jugadores, por ejemplo, los que juegan en la NBA o en la Euroliga. Sin el trabajo previo de jugadores menos conocidos y más humildes, las primeras espadas como Marc Gasol o Rudy Fernández no podrían haberse llevado el oro. Siempre, siempre, siempre, en cualquier ámbito, en cualquier trabajo, el esfuerzo e implicación de los que no son tan visibles es esencial para que otros pongan cara al éxito (o al fracaso). En particular, en política, detrás de cada rueda de prensa o de cada titular hay un puñado de asesores y funcionarios que han sido parte esencial del resultado final. Ningún político estaría donde está, y no lo puede olvidar, sin el compromiso y dedicación de los afiliados y simpatizantes de su partido.

El segundo, el lema de Ricky Rubio que da título a este artículo. Su traducción es algo así como «nunca demasiado arriba, pero tampoco demasiado abajo». Es una llamada al sosiego, a la constancia, a la estabilidad mental y a mantener los pies en el suelo. Si conocemos un poco la historia del recién mejor jugador del mundial, la filosofía tiene más mérito. Pero hoy me interesa más su extrapolación a la vida política. En un trabajo como este, tan volátil y frágil, uno no se debería poder permitir endiosarse cuando las cosas salen bien y los halagos llueven como del cielo ni debe hundirse cuando las cosas van mal dadas y las críticas te acompañan a casa cada noche.

Personalmente, y que conste que es únicamente mi humilde opinión, estos dos aspectos son vitales en política y en la vida en general. Saber que eres parte de un equipo y que todo lo que sube, baja, y al revés. La clave está en mantenerse estable y no vivir en una montaña rusa pero también entender que formas parte de un todo. Sí, hay otros factores que condicionan la vida política. Creo que si se hubieran tenido en cuenta estos dos aspectos tal vez no deberíamos volver a votar en noviembre. Resulta complicado no estar disgustado con todo lo ocurrido. No creo que haya un único responsable, ni mucho menos, pero creo que a ciertos líderes políticos se les ha olvidado lo que opina la gente que les ha ayudado a estar donde están y que no han sabido gestionar el resultado (de éxito o de fracaso) de los comicios. Estoy seguro de que no todo el mundo compartirá mi reflexión, confrontar opiniones distintas siempre es positivo. Pero también estoy seguro de que muchos esperamos y deseamos que no nos arrepintamos. Mañana volverá a salir el sol, pero hoy a los que nos gusta la política nos parece un día un poco más nublado de lo que amaneció el 29 de abril.

*Portavoz del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Castelló