Querido/a lector/a, el tema de la inmigración ha vuelto a estar (nunca mejor calificado) de rabiosa actualidad. No era para menos porque al decir el PP que las mujeres inmigrantes en situación irregular que den en adopción a sus hijos no serán expulsadas de España inmediatamente, era evidente que iba a crear alarma, escándalo social y, dicho sea de paso, hasta mala leche, por tratar con desprecio y falta de humanidad el asunto de la inmigración, el fenómeno social, político y económico más significativo de la época que nos ha tocado vivir.

Pero siendo como a mí me gusta ser cuando escribo este pequeño comentario, he de admitir que a la gente que conoce el mundo de la inmigración, esa actitud del PP (de uno de los partidos de la derecha junto con Ciudadanos y Vox) es algo que no le extraña. De verdad. Tan cierto es lo que digo que aún recuerdo cuando el PP propuso e impuso, posiblemente mirando los exclusivos intereses de los grandes constructores, que a todos los extranjeros que compraran una vivienda se le pudiese dar permiso de residencia. Más o menos. No todo acaba ahí. En contraposición también recuerdo cuando el PP se opuso a la legalización (con el mismo método que utilizaba Francia y Alemania) de quienes sin antecedentes penales, con cierta antigüedad en España y con una profesión de interés social y económico, tenían la oferta de un contrato. O peor aún, incluso hubo una época que vendían a la sociedad que la legalización por arraigo eran papeles para todos cuando, en realidad, es un castigo en la medida en que deja tres años sin documentación a los que llegan a España sin contrato.

Lo que digo es que la derecha, el PP, Ciudadanos y Vox, aborda el tema de la inmigración, que afecta a seres humanos y que no tiene solución fuera del marco de la UE, con criterios electoralistas e irracionales que en más de una ocasión rayan la ilegalidad y la inmoralidad.

*Analista político