Hace unos días, el 11 de octubre, las niñas de todo el mundo alzaron su voz exigiendo una vida libre de violencias basada en el género, una vida en igualdad, una vida digna.

Los días internacionales sirven para esto, para recordarnos que hay situaciones que debemos mejorar, y el día de las niñas instaurado por la ONU hace pocos años, nos sirve para recordar que es necesario impulsar el reconocimiento de los derechos de las niñas y para que se conozca y reconozca la problemática a la que se enfrentan en todo el mundo, principalmente en países del sur.

Yo tengo una nieta de 3 años. Hace unos días en el tren hacia València me puse a pensar en ella. ¿Qué será de ella en el futuro, en 4, 10 o 20 años? Cuando sea una mujer que se valga por sí misma y empiece su vida laboral. ¿Podrá llegar a ser una profesional? ¿Será una nini , emigrará, será madre, o no lo será, trabajará media jornada? ¿En qué trabajará, será administrativa, será enfermera, periodista, trabajadora de hogar, política, astronauta, maestra, limpiadora, agricultora? Será lo que ella quiera ser, me diría mi madre, su bisabuela. No del todo cierto, le respondería yo, será lo que ella quiera ser, mientras tenga las capacidades y las ayudas para serlo, y la sociedad lo permita, lo cual pone sobre la mesa la importancia de vivir en un país feminista.

Porque como dice nuestra ministra de igualdad «un país más feminista es un país donde niñas y adolescentes pueden crecer en igualdad, libre de violencias machistas y, lo más importante, felices y con plenos derechos».

Debemos seguir trabajando para mejorar la vida de las niñas y adolescentes, haciendo como lo hace el Gobierno del Botànic, con una clara apuesta por la educación pública, por la coeducación, por dar más becas de comedor, becas para estudios secundarios y también para estudios en formación profesional, acceso universal a la sanidad pública, entre otros. Si no apostamos por esto nuestras niñas no mejorarán sus vidas.

Hemos de tener muy presente que las niñas y adolescentes siguen siendo las personas más vulnerables, podríamos decir que en este mundo de tecnología, entre el 55 y el 60% sufre acoso en redes y las edades de estas niñas rondan los 15 años. Además, todavía están marcadas por estereotipos. Solo el 10% estudia informática o ingenierías. En el mundo muchas niñas son obligadas a casarse, y esto ocurre cada 15 segundos. Estas niñas y adolescentes quieren crecer libres, crecer sin miedo y desarrollar sus vidas plenamente sin ser obligadas a casarse, obligadas a juntarse o a vivir en pareja.

En estos tiempos de pandemia, las desigualdades para las niñas se han visto incrementadas de modo tal que somos testigos de un fuerte retroceso en los indicadores de desarrollo humano. En estos tiempos de pandemia debemos trabajar con mayor ahínco para que las niñas y las adolescentes tengan más y mejores oportunidades. Porque solo así, con un apoyo efectivo desde las instituciones, un apoyo desde la niñez y en toda la etapa de la adolescencia, las niñas tendrán la capacidad de cambiar el mundo. Hoy, como niñas y adolescentes empoderadas, mañana como las futuras lideresas políticas que necesitamos para feminizar y humanizar la política. H

*Diputada de Unides Podem por Castello en les Corts