Hermanos arquitectos: no os vendrá de nuevas que el espacio público ha cambiado de forma sustancial en estos tiempos de pandemia que venimos sufriendo. Las nuevas reglas del juego unidas a gobiernos municipales más sensibles con los temas de movilidad y medio ambiente han transformado las calles y plazas en muchos casos.

Pero no solo hay que transformar estos espacios públicos para luchar contra el covid-19 (y los que vengan) y para diseñar ciudades mas saludables y preparadas contra el cambio climático. También va a ser obligatorio transformar los espacios privados.

El primer confinamiento nos cogió a todos con el paso cambiado. Teletrabajábamos en la cocina o el salón. Nos dábamos cuenta de que teníamos una pequeña terraza cuando salíamos a aplaudir a menos diez. El salón-comedor se transformaba en un gimnasio permanente. Y los que teníais niños pequeños o adolescentes se os transformaba toda la casa en una olla a presión sin válvula de escape.

Evidentemente nuestras viviendas no están preparadas para esta eventualidad y va a ser muy difícil adaptarlas a otros confinamientos que (dado lo mediterráneamente inconscientes que somos) pueden llegar. Pero los nuevos edificios sí que van a tener que comprender estas situaciones y quitarle espacio a la casa cubierta en beneficio de una terraza habitable por algo más que un par de macetas. Se tendrán que preparar para usos complementarios (los padres y madres teletrabajadores no pueden trabajar en el mismo sitio que los niños juegan, ven la tele o hacen ejercicio). Los arquitectos deberán ponerse a pensar para darnos soluciones a esta nueva distribución de usos privados. H

*Urbanista