Alberto Aguilar es un tímido transportista de levadura que empeñó sus ahorros pegando carteles y ofrecido un rescate, con el fin de localizar a su hija, presa de una secta. Su pesadilla comenzó el 7 de enero del 2017 cuando Patricia, con 18 años recién cumplidos, cogió una maleta, unos cuantos libros esotéricos y 6.000 euros del negocio de su padre y voló a Perú, marchándose de casa.

Alberto y su mujer (Rosa) registraron su habitación y descubrieron manuscritos sobre la secta Gnosis y apuntes sobre trámites para casarse en Perú con Félix Manrique Gómez, un peruano que se hace llamar el Príncipe Gurdjieff. Este gurú espiritual contactó con Patricia cuando tenía 16 años mientras ésta buscaba respuestas al significado de sus sueños por internet. Poco a poco el gurú, la convenció de que con él podía empezar una nueva vida pues era uno de los Siete Reyes de la Creación. Así, se hacía pasar por un dios que había vuelto a la tierra para salvarla de un inminente apocalipsis, con la misión de repoblarla con una raza nueva, para lo que necesitaba nueve mujeres, teniendo Patricia el honor de ser la tercera. El primer método que utilizan las sectas es el aislamiento, es decir, intentar mantener a la persona alejada de la influencia de familiares y amigos, haciéndola así más vulnerable a la manipulación. El segundo método es reforzar la idea de que fuera de ellos hay amenazas terribles, lo que hace que el captado se sienta inclinado a devolver el favor, y a ser amable con ellos, generando un creciente sentido de deuda y obligación. El tesón del padre ha hecho que localice a su hija en una selva de Perú, con un bebé de un mes, desnutrida, desaliñada y con la mirada perdida. Ahora, médicos y psicólogos intentan recuperarla física y mentalmente, pero la tarea será ardua, lenta y difícil.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)