El pensamiento divergente está de actualidad. Las empresas, debido a los currículums tan parejos que reciben, han empezado a valorar otras aptitudes en los candidatos, otras dimensiones que aporten ingenio y vitalidad a sus proyectos.

A esta clase de personas se les conoce como genios en el pensamiento divergente o lateral. A grandes rasgos, podríamos diferenciar dos tipos de pensamiento: convergente y divergente. El pensamiento convergente está basado en la lógica y trata de dar una respuesta correcta a un problema. El pensamiento divergente actúa sin límites buscando múltiples respuestas a un problema. Es un tipo de pensamiento que se alimenta de la creatividad buscando la dispersión, la generación de vías de pensamiento diferentes entre sí. En un experimento realizado en un colegio se les preguntó a los niños de 5 años cuántos usos se les ocurrían para un clip o sujetapapeles. El 98% nombraron unos 200 usos. El estudio fue longitudinal por lo que se volvió a preguntar a los mismos niños cuando tuvieron 10 años y la mayoría nombraron 100 usos. Y luego, con 15 años, unos 50. A un adulto le costaría trabajo encontrar más de 12 usos. Desalentador.

El pensamiento divergente destaca sobre todo entre los 5 y 10 años y que a partir de entonces, si no se le promueve de manera proactiva, decae. Lamentablemente, hay algo que se debe admitir: los centros de estudio siguen priorizando en su metodología un tipo de pensamiento convergente, penalizando la creatividad.

Por lo general, se valora más un tipo de reflexión (o la falta de la misma) donde el alumno debe aplicar un pensamiento lineal para llegar a una única solución: la que se evalúa como correcta. Y lo cierto es que, como dijo Einstein: «La creatividad es la inteligencia divirtiéndose».

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)