La semana pasada se hizo público el barómetro del Consell del 2017 y, como no, la educación aparece como uno de los principales problemas para los valencianos. Normal, si el conseller hace de todo menos gestionar y el presidente Puig se lo consiente, el desastre está garantizado. Hablemos de lo que hablemos todo lo solucionan con parches, con chapuzas y con ilegalidades. ¡Claro que la educación es un problema! para que deje de serlo hay que trabajar y eso a la izquierda le gusta poquito.

Si hablamos del tema lingüístico el caos está servido. Los centros educativos se han convertido en un auténtico laboratorio de ideas para el nacionalismo valenciano y, lejos de extender un modelo plurilingüe para incrementar la presencia de idiomas extranjeros y garantizar el aprendizaje de las lenguas cooficiales, se están elaborando normas con un solo objetivo, la imposición del valenciano.

Otro de los frentes que tienen abiertos es el ataque constante a las libertades y a la legalidad y prueba evidente de ello son las manifestaciones, los recursos interpuestos por buena parte de la sociedad valenciana, los varapalos judiciales, las advertencias por parte del ministerio de educación y las comisiones bilaterales a las que han tenido que hacer frente el Consell. Y es que pretenden eliminar cualquier cosa que huela a español y a libertad: el decreto lingüístico del 2012, el distrito único, la educación concertada, demonizar a las familias que llevan a sus hijos a centros religiosos… Y es que para ellos la pluralidad no existe. Hacen suya esa frase de Voltaire que repito tantas veces. «proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo».

Pero aquí no acaba la cosa, con los conservatorios tienen una guerra abierta, con las escuelas infantiles, la que se está liando es monumental, porque el Botànic se ha sacado de la manga un modelo donde los niños de dos años van a los centros y muchos de ellos no cumplen las condiciones a las que obliga la ley para garantizar la seguridad de los niños. También problemas en la edificación, un incumplimiento de más del 80% en las construcciones escolares, hasta que reconociendo su incapacidad, le pasan la patata a los ayuntamientos. Problemas con las universidades públicas y privadas, todas han salido haciendo declaraciones en contra de la gestión del gobierno de Puig.

Y es que si en vez de dedicarse al aleccionamiento identitario se dedicaran a la gestión, de otro color nos luciría el pelo. Lo preocupante de esta situación es tener al frente de la Generalitat un gobierno que antepone sus intereses políticos a la formación de nuestros jóvenes.

Que después de estar 20 años en la oposición, lo único que tengan que proponer sean ideas que solo generan conflictos y enfrentamientos, manda bemoles. A estos señores la educación les importa un pito, reciben 400 millones más del Gobierno central y no tienen proyecto para gestionarlos. Ni quieren, ni saben hacer y por eso la educación es uno de los principales problemas para los valencianos.

*Diputada autonómica del PP