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La segunda votación de investidura de Mariano Rajoy terminó ayer como la primera: sin que el candidato popular lograra el apoyo necesario. La forma con la que se ha consumado este no (el rotundo rechazo de Pedro Sánchez a que el PSOE se abstenga y el anuncio de Albert Rivera de que el pacto PP-C’s ha caducado) cierra la puerta a que con esta composición del Parlamento Rajoy sea reelegido. El bloqueo político, pues, prosigue, y la investidura de un presidente se congela, de entrada a la espera de que lo que suceda en las elecciones gallegas y vascas.

No obstante, la intervención de ayer de Sánchez y en menor medida la de Rivera abrieron la puerta a dos nuevos caminos. El líder del PSOE apuntó la posibilidad a intentar de nuevo lo que ya fracasó tras el 20-D: un acuerdo con lo que él llamó “las fuerzas del cambio”. Es una tarea muy complicada por muchos y variados motivos (la difícil relación entre PSOE y Podemos, la cuestión catalana...) que requeriría no solo “altura de miras y generosidad” como dijo Sánchez, sino un alto concepto de la política.

Rivera, por su parte, al afirmar que espera a “un nuevo candidato del PP” abrió otro camino, el mismo que desbrozó Felipe González: el apoyo a otro candidato del PP. A Rajoy no le queda más opción que terceras elecciones.