El pasado 29 de julio los grupos San Agustín y San Marcos de Castellón amanecieron con una triste noticia, el fallecimiento de Gabriel López Ballester .

Un vecino ejemplar. Un vecino 10.

Ni una mala palabra. Ni un mal gesto. Siempre dispuesto a ayudar. Ayudar a sus vecinos de su calle Córdoba (antiguamente Santiago) y de su barrio.

Muy familiar, siempre poniendo en lo más alto y por encima de todo a sus familiares (esposa, hijos, nueras, nietos/as. . .) y con mucho respeto.

De niños, nos criamos junto a él. En una infancia donde no había móviles, ni tablets, ni ordenadores. . . , pero sí balones, bicicletas, combas. . . que él siempre nos arreglaba. Era nuestro segundo padre: señor Gabriel como le llamábamos todos los niños y las niñas de la calle.

Casi sin hacer ruido, igual como se marchó, se ganó el cariño de las vecinas y los vecinos de la calle y del barrio, con su faceta tan amigable y bondadosa y llegando a los corazones de todos.

Crecimos en un barrio donde los vecinos tan solo nos podíamos comunicar mediante el «boca a boca», ya que no había Whatsapp y esas cosas, pero donde el señor Gabriel ejercía de administrador de grupo .

Donde yo me crié, todo requería un esfuerzo, nada era fácil, pero posiblemente era el único lugar del mundo donde un vecino como él siempre te daba duros a cuatro pesetas y nunca las llaves de su casa, porque su puerta no estaba cerrada cuando necesitabas entrar. Y Gabriel era uno de esos vecinos que estaba siempre dispuesto a ayudar. Que faltaba un martillo para clavar una tacha, él lo sacaba. Que faltaba una escalera, él la sacaba. Que fallaba una bombilla, él te dejaba dos para asegurar que fuera.

La idiosincrasia de los grupos San Agustín y San Marcos, con gente humilde y trabajadora y agradecida a los que hacen cosas por el barrio, pero también crítica y reivindicativa con aquellas situaciones que no le parecen bien, hicieron que el señor Gabriel se ganara muchos más amigos que enemigos. Enemigos de él, ahora mismo, no recuerdo ninguno.

Muchas veces he comentado que yo no entiendo de políticos, entiendo de personas y sobre todo vecinos, y vecinos que como en el caso de él eran humanos , de los de verdad que los tenías para cualquier cosa, que solo pensaban en ayudar.

Recuerdo de pequeño que me llevaba a ver al CD Castellón. Los amores por este club se los debo a él. Gracias señor Gabriel.

Desde la asociación de vecinos hace unos años le dimos un reconocimiento por su ejemplaridad y solidaridad con los vecinos. Reconocimiento insignificante por todo lo que había dado, pero que era lo mínimo que se le podía ofrecer.

Dicen que hay personas que te marcan, y él fue una de ellas.

Gracias señor Gabriel. Gracias por todo lo que has dado a la calle Córdoba y al grupo San Agustín y San Marcos. Gracias por haber enseñado unos valores que muchos de nosotros los intentamos poner en práctica día a día y que son muy necesarios hoy en día como la solidaridad.

Deseo finalizar, remarcando una vez más una de las palabras que describían a Gabriel, «respeto», sobre todo cuando va unida a la palabra «pueblo», «BARRIO», esa que de tanto malgastarla casi no nos queda, porque sin respeto hacia nuestros barrios y sus gentes, Castellón dejará de ser la gran ciudad que es hoy en día.

Una recomendación importante por si algunos la quieren recoger: «Para ganar un pueblo no es suficiente con aprenderse su lenguaje», hay que respetar cada palabra que lo forma. Y Gabriel lo había ganado, y con creces.

Hoy San Agustín y San Marcos pierden a un vecino ejemplar, pero el cielo gana una estrella grandísima.

Hasta siempre, SEÑOR GABRIEL. Te queremos. H

*Presidente de la AAVV San Agustín y San Marcos