Lo somos y lo cantamos cada Magdalena. Gracias al Rotllo i Canya nuestros hijos tararean desde muy pequeños esa frase. Todo un símbolo de orgullo y unidad, de sentimiento de pertenencia a un colectivo y a una ciudad. Unidad que algunos se empeñan en quebrar utilizando la lengua como arma de enfrentamiento entre vecinos y tratando de imponer su visión del mundo y su ideología.

El gobierno municipal formado por el PSOE y Compromís ha creado una polémica que no existía, ha generado un malestar innecesario y han perdido un tiempo precioso. El empecinamiento por cambiar el nombre de Castellón de modo que solo pueda usarse su forma en valenciano solo busca dividir a los ciudadanos y priorizar cuestiones que no preocupan a los castellonenses. Están perdiendo el tiempo que deberían invertir en solucionar problemas urgentes como el paro, la sanidad o la educación, pero esas no son sus prioridades… Una controversia que, una vez más, ha puesto sobre la mesa la crisis de gobierno entre PSOE y Compromís pues finalmente Amparo Marco ha preferido mirar hacia otro lado y abstenerse en la votación que se produjo el pasado jueves en la comisión plenaria.

Esta ruptura del Pacte del frau evidencia que PSOE y Compromís gobiernan por separado y ya han empezado a hacer campaña cada uno por su lado. Cierto es que la abstención de los socialistas y el voto en contra de Ciudadanos y Partido Popular habrá conseguido frenar las ansias pancatalanistas de Compromís y Podemos, pero esto no es jugar limpio, señora alcaldesa. Si se opone a las políticas de su socio de gobierno, hágalo de frente y rompa el pacto con los independentistas porque todavía queda un año de legislatura y los castellonenses seguimos esperando que cumplan mínimamente con lo que prometieron y, si no es así, al menos que dejen de crearnos problemas que no tenemos.

*Portavoz del Grupo Municipal Popular en Castellón