Querido lector/ra, reconozco que no soy un especialista de esos que lo saben todo sobre el mundo del trabajo y, en consecuencia, hablan de su importancia para el desarrollo personal, social, económico… De todas formas, a poco que piense y mire, me percato que tiene un papel esencial en nuestras vidas. Tanto, que aparece en nuestra Constitución como un derecho y un deber. Aunque, tal y como está la realidad, la que va más allá del papel y las buenas intenciones, podríamos decir que el trabajo es tan escaso que se ha convertido en una ilusión, sueño o utopía. Pero bueno, con el fin de seguir hablando de su importancia, que la tiene, quiero señalar que el día a día nos enseña que el trabajo tiene mucho que ver con la integración social y la emancipación personal. Incluso, se puede decir, que si una persona no tiene trabajo, solo puede esperar problemas de toda índole: salud, economía, familia, etc.

Querido lector/ra, estoy convencido que todo lo dicho es cierto y que, además, es conocido y sufrido por la peña ciudadana. Pero, si hoy y aquí lo refriego por la cara del lector/ra que se acerque a esta página, es porque acabo de leer que, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo, los accidentes laborales han aumentado. O dicho de otra forma, el trabajo es tan importante que el españolito/a lo busca y lo acepta, sin más remedio, aún sabiendo que algunas de las ofertas no cumplen con las garantías de seguridad. Y es que, según los datos de referencia anterior y algunos informes solventes, la precariedad laboral, la desregulación y el deterioro de las condiciones de trabajo, son parte importante de las causas del repunte de la siniestralidad. Que, dicho sea de paso, arranca con la última reforma laboral del 2012 y ha vuelto a demostrar la falta de solidez del sistema preventivo español. Circunstancia que reclama políticas activas en materia preventiva y una auténtica y universal cultura de seguridad en el trabajo.

*Experto en extranjería