Durante el pleno municipal de Castelló celebrado hace unos días la derecha acusó al gobierno local de ocuparse de lo que hay «bajo la superficie» de la ciudad y no atender las obras que necesita la ciudad «en la superficie». Lo decían en referencia al recién recuperado refugio antiaéreo de la plaza de Tetuán, convertido en espacio museístico para la reivindicación de la memoria de las víctimas del franquismo y de la cultura de la paz y la convivencia democráticas. Podrían haberlo dicho también de la rehabilitación del Castell Vell o de la villa romana de Vinamargo y sus respectivos centros de interpretación. Podrían haberlo hecho, puestos a hacer demagogia y a engañar a la ciudadanía.

Más allá de las razones ideológicas que lleven a la derecha municipal a seguir criticando la reapertura del refugio (razones que no se atreven a explicitar), a lo que van los concejales y las concejalas del bipartito opositor en el Ayuntamiento es a provocar el ruido suficiente para ocultar el sinfín de actuaciones que se están haciendo en toda la ciudad. Sí, muchas de ellas también bajo tierra, como las que tienen que ver con la reutilización de aguas en el casco urbano o la mejora de los sistemas de evacuación hídrica en la marjaleria. Imprescindibles. Y muchísimas más a ras de suelo. Como la que está transformando el viejo edificio de la Pineda en Tetuán en un centro para enfermos de alzheimer. O la que cambiará la fisonomía de la avenida Enrique Gimeno y mejorará la movilidad en uno de los accesos a la ciudad. O la que tejerá el Raval de la UJI con los barrios de la carretera a l’Alcora mediante un nuevo puente sobre el Río Seco… Y tantas otras en instalaciones deportivas, colegios, viviendas sociales… ¿Bajo tierra, dicen? No, no, a plena luz. Aunque su soberbia no les deje mirar.

*Concejal de Gestión Municipal y Seguridad de Castelló