Puig debería saber a estas alturas que la mentira tiene las patas muy cortas aunque él trate de camuflarla con propaganda y bombardeo mediático afín. La mentira como método habitual de comportamiento en un gestor político, e incluso me atrevería a decir que en cualquier persona, es lo que más daño causa tanto a la institución que preside como a la sociedad a quien se supone debe servir. Genera desconfianza, pérdida de credibilidad e inseguridad entre los ciudadanos que no saben a qué atenerse. Por eso produce sonrojo escuchar las mentiras de Ximo Puig cuando saca pecho por la gestión de la pandemia en la Comunitat Valenciana poniéndola como ejemplo por ser la segunda autonomía de España con menor incidencia de casos en la última semana. Oculta que somos la última en test de PCR para conocer cuántos ciudadanos están infectados. La tasa de la Comunitat es del 69,9 por cada cien mil habitantes, la media estatal es de 207,48. Vergonzoso. A menos pruebas, menor número de contagiados.

Somos de los peores en la gestión de la pandemia, pese a lo que dice Puig, porque esta falta de pruebas deriva a medio plazo en falta de control. El escaso número de tests es solo un ejemplo gráfico de la desastrosa gestión sanitaria de la pandemia con listas de espera quirúrgicas disparadas (tres hospitales de la provincia de Castellón lideran el ránking autonómico de los centros con mayor retraso), la atención primaria colapsada y los profesionales sanitarios abandonados a su suerte mientras al frente de Sanidad no parece que haya nadie con dos dedos de frente en la toma de decisiones. Se adoptan medidas contradictorias e incoherentes, basadas exclusivamente en criterios ideológicos. Todo esto parece que no va con Puig. Y mientras, intentan camuflar este caos ocultando la mala situación ante el segundo brote del coronavirus.

Lo mismo sucede con la situación económica. Todo son Ximoanuncios vacíos de contenido. Prometió ayudas a los autónomos y 84.000 se han quedado fuera y dos de cada tres no han recibido un euro todavía. Prometió planes turísticos y la marca Castellón se ha quedado fuera de las ayudas estatales. Anunció 410 proyectos europeos y tampoco se sabe nada ni ha concretado ninguno mientras la deuda de la Comunitat Valenciana ha aumentado en 10.000 millones de euros y el número de asesores y altos cargos continúa aumentando.

En Puig todo son apariencias y engaños intentando transmitir un falso optimismo para desviar la atención sobre su nefasta gestión. En el fondo, cumple con las palabras del austriaco Alfred Adler cuando dijo que «una mentira no tendría ningún sentido a menos que sintiéramos la verdad como algo peligroso». Dice que quiere consensos y pactos pero luego no está dispuesto ni siquiera a sentarse a hablar. No hay gestión, ni plan ni proyecto más allá de mantenerse en el poder a toda costa. Todo es improvisación y propaganda. Cada día que pasa se demuestra más su falta de capacidad. El problema es que somos los ciudadanos quienes terminaremos pagando las consecuencias de tanta mentira. H

*Presidenta del PPCV