El mayor Josep Lluís Trapero podía haberse negado a testificar ante el Tribunal Supremo por estar procesado en la Audiencia Nacional. No solo no lo hizo, sino que, durante cinco horas, contestó a todas las preguntas y detalló de manera firme, seria y concienzuda todo lo que vivió durante los hechos de septiembre y octubre del 2017. Su declaración constituyó una defensa sin fisuras de la actuación de los Mossos y de su intención de cumplir siempre la legalidad. Hasta el punto de que reveló que el 27-O, día de la DUI, se dirigió a las autoridades judiciales para ponerse a su disposición y afirmó que los Mossos d’Esquadra habían preparado un plan para detener al entonces president Carles Puigdemont y a los consellers si así se lo ordenaban. El impacto de esta revelación culminó la línea de crítica a los políticos que presidió su testimonio: calificó de «un punto irresponsables» declaraciones públicas del conseller Joaquim Forn en el sentido de que los Mossos facilitarían el voto en el referéndum ilegal de Cataluña, culpó a los políticos de la mala imagen del cuerpo y se declaró «incómodo» con la deriva soberanista.

Al final, a preguntas del propio presidente del tribunal, confirmó las advertencias que la cúpula policial hizo en su momento al Govern para que desconvocara la consulta ante el temor de que se produjeran enfrentamientos y desórdenes. Una confirmación que estuvo a punto de frustrarse por la torpeza de la acusación popular y la incomprensible decisión de la Fiscalía de no llamar a Josep Lluis Trapero como testigo.