Este 2020, como cada 17 de mayo desde 1994, se celebra el Día Internacional del Reciclaje, iniciativa que trata de concienciar a todos los ciudadanos del mundo sobre una mayor responsabilidad en torno a la materia y los desechos que dañan la naturaleza.

La Unión Europea (UE) presume de contar con una de las legislaciones sobre residuos más avanzada del mundo. La Directiva de Residuos y el Paquete de Economía Circular impulsan la competitividad y el crecimiento económico sostenible, a la par que genera empleo.

Reciclar no es importante solo para el medio ambiente, sino también para la economía. Aunque vamos mejorando en la gestión de los residuos, aún perdemos valiosos materiales reutilizables, como metales, madera, vidrio, papel y plásticos. Así, la basura que recogen los distintos municipios suma entre el 7 y el 10% de los residuos totales generados en la UE. Cada europeo produce de media unos 500 kilos al año, aunque solamente un 40% de eso se reutiliza o recicla.

La legislación obliga a que en este 2020 la mitad de los residuos municipales ya sean reutilizados o reciclados. En el 2025, esta cifra debe ser del 55%; en el 2030, del 60%; y en el 2035, del 65%. En cuanto a los envases, en el 2025 el 65% de los residuos de envases tendrán que ser reciclados; y el 70% en el 2030. De ahí las bonificaciones fiscales que están empezando a aplicar en la aplicación de diversos planes piloto en la provincia, como Almassora, Castelló, Benicàssim, Vila-real...

También comenzarán a recoger selectivamente ciertos residuos: los domésticos considerados peligrosos, en el 2022; los biológicos, en el 2023; y los textiles en el 2025.

PLÁSTICO

La estrategia obliga a que, en el 2030, todos los plásticos puedan reciclarse. Porque, aunque la UE es líder mundial, aún está lejos del objetivo: apenas recicla un 30% de plástico (un 39% son incinerados y un 31% va a vertederos).

Además de los plásticos y la basura municipal, existen otros desafíos. Como los aparatos eléctricos y electrónicos (ordenadores, televisiones, móviles, neveras...), que generan uno de los mayores flujos de basura en la UE. Debido a sus materiales, a veces peligrosos, estos residuos pueden causar daños medioambientales y de salud si no se los gestiona bien. Por otra parte, se obliga a los fabricantes a reemplazar materiales peligrosos como el plomo, mercurio o cadmio, por alternativas más seguras.

Además, también cabe reciclar los residuos de construcción y demolición, la mayoría de los cuales acaba en el vertedero, aunque muchos de los materiales podrían reutilizarse. El reciclaje de baterías y pilas representa otro más de los retos de la Unión Europea.