Quien en algún momento pueda pensar que la Vilavella, rodeada de bien cerca y por todos los flancos por término municipal ajeno tiene poco que ofrecer, necesita imperiosamente organizar una visita la próxima Semana Santa a esta localidad de la Plana Baixa, y bien lo saben las cientos de personas que año tras año se benefician de los valores de sus aguas termales, en su conocido balneario. Pero como suelen decir los tópicos, no hay más realidad que la de reconocer que es solo la punta del iceberg.

La Vilavella se ha esforzado los últimos años por poner a la vista lo que estaba escondido, víctima del paso del tiempo y del olvido, porque el municipio cuenta con un patrimonio digno de mención y de interés para cualquier visitante interesado por el pasado de este país y esta provincia, y por cómo la gente ha sabido adaptarse al paso del tiempo.

La primera intervención significativa en este sentido tuvo lugar en julio del 2016. Desde entonces, los visitantes pueden recorrer la Ruta Termal, que visibiliza los 11 balnearios con los que contaba la localidad no hace tanto tiempo. Otro proyecto relevante es el de la Ruta de la Guerra Civil o Camins de la Memòria. A escasos metros del casco urbano, cientos de soldados permanecieron nueve meses aguardando el final de la Guerra Civil que dejó tras de sí el mejor testimonio de lo sucedido, como razón esencial para no repetirlo.

Esa ha sido la apuesta del Ayuntamiento, que ofrece la posibilidad de realizar visitas guiadas a este entorno, como al Espai Miner María Fernanda, recuperado en octubre del 2017. Entre las acciones más interesantes y recientes está la rehabilitación del Poble Desert y la ya iniciada del emblemático castillo.