La prevalencia de los trastornos de la salud mental es hasta siete veces mayor entre la población reclusa y se calcula que hasta el 40% de los presos padece una patología mental. A pesar de ello, las organizaciones que trabajan en prisiones denuncian la ausencia de psiquiatras en las cárceles.

De esa forma lo asegura el director de Àmbit. Dignidad y Justicia Social, Javier Vilalta, responsable de una entidad que desarrolla programas destinados a la recuperación y la promoción de la autonomía de los presos y expresos en la cárcel de Picassent (Valencia), la mayoría de ellos con problemas de salud mental.

A su juicio, destaca el gran problema de «puertas giratorias» que existe en España con los reclusos que padecen algún tipo de trastorno mental y que, al no ser correctamente diagnosticados ni tratados en prisión, al obtener la libertad, recaen y vuelven a cometer algún delito que les lleva de nuevo a la cárcel.

ANTECEDENTES POR DROGA // Junto al alto porcentaje de patología mental, el especialista subraya que casi uno de cada dos presos tiene antecedentes de abuso o dependencia de estupefacientes. «Son personas vulnerables, que trapichean con drogas, cometen un pequeño delito para consumir y acaban en prisión», explica.

El problema es que en las cárceles no hay psiquiatría. Y expone el caso de la prisión de Picassent, donde un psiquiatra acude al centro cuatro veces al mes para atender a una población de más de 600 presos que sufren algún tipo de enfermedad mental.