El hallazgo de una mandíbula en el pantano del Ebro, en Cantabria, ha abierto una vía para la posible resolución de la desaparición de dos niñas de la localidad palentina de Aguilar de Campoo hace 25 años, para lo cual será determinante el cotejo del ADN que ya se está llevando a cabo.

La niñas desaparecieron en Reinosa (Cantabria) hace un cuarto de siglo, pero fue en octubre del año pasado cuando la acuciante sequía que afecta a las cuenca del Ebro dejó al descubierto un resto óseo que podría resolver el caso.

El hueso lo encontró un hombre, que lo entrego a la Guardia Civil y esta al juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Reinosa, que abrió diligencias y solicitó un informe forense, informan fuentes judiciales.

El informe indicó que los restos son de apariencia humana y que podrían pertenecer a una adolescente de entre 13 y 16 años que llevaría muerta 25 años. Tras ese informe, la jueza de Reinosa solicitó hacer pruebas de ADN al Instituto Nacional de Toxicología de Madrid y cotejar los restos con la base de datos de personas desaparecidas.