La primera señal que confirmaba el éxito de la misión Apolo 11, el hito científico que supuso «un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad» y del que ahora se conmemora su 50 aniversario, se captó en España antes que en cualquier otro lugar del mundo. Los ingenieros y técnicos de las estaciones madrileñas de Robledo de Chavela y Fresnedillas, la canaria de Maspalomas y la abulense de Cebreros recibieron en primicia el mensaje de Armstrong, Aldrin y Collins ya posados sobre la superficie lunar. Aquella calurosa madrugada del 20 de julio de 1969, los receptores españoles mantuvieron la exclusiva durante casi un segundo, tras el cual las voces de los astronautas alcanzaron los demás centros de control, incluida la sede central de Houston. Ese breve instante, por ínfimo que pueda parecer, ha permanecido atesorado hasta ahora en los recuerdos de los españoles que participaron de aquel éxito espacial.

«El éxito de la misión solo fue posible gracias al trabajo de 400.000 personas y una amplia red de seguimiento que se extendía por todo el planeta», explica Carlos González Pintado, antiguo jefe de operaciones de la NASA y subdirector del complejo de comunicaciones espaciales de la estación de Robledo de Chavela, quien desde España contribuyó en primera persona a la hazaña. «El nuestro era un trabajo de cálculos y botones que podía cambiar completamente de una misión a otra. Por eso mismo siempre se respiraba cierta tensión y una disciplina casi militar», recuerda a su vez Alberto Martos, ingeniero técnico de telecomunicación que se incorporó a la estación de Fresnedillas unos meses después del primer alunizaje y que trabajó en el centro durante el resto del programa Apollo.

Los ingenieros y técnicos españoles del proyecto nunca vivieron de espaldas a esta realidad. De hecho, tanto González como Martos reconocen que en su día eran conscientes de lo que suponía la carrera espacial como arma geopolítica. También estaban al día de las discusiones sobre si las misiones a la Luna podrían estar relacionadas con cuestiones económicas o de defensa.

MELANCOLÍA // Tras medio siglo del hito, algunos de los protagonistas de esta historia reprochan con cierta nostalgia que en su día no se hablara más de la contribución española a la misión lunar.

Ahora, mientras los centros de investigación siguen trabajando con tesón, los ingenieros también añoran más visibilidad para este tipo de proyectos. «Hay muchas personas que ignoran el trabajo que se realiza en estos centros. Lo único que ven son antenas enormes que se vislumbran desde la carretera sin saber que algunas ayudaron a llevar al hombre a la Luna», reflexiona González.