La Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos dio ayer su amparo a un trabajador cuyo empleador espió sus mensajes privados en su cuenta profesional de correo electrónico, y rectificó así la sentencia de Sala del año pasado, que había dado la razón a Rumanía y a la empresa.

El fallo concluyó, por once votos contra seis, que las autoridades rumanas «no han alcanzado un justo equilibrio entre los intereses en juego» y «no han protegido correctamente» el derecho del demandante al respeto de su vida privada y su correspondencia. Ese derecho está protegido por el artículo ocho del Convenio Europeo de Derechos Humanos.

De esta forma, Rumanía deberá abonar al demandante 1.365 euros por gastos y honorarios. Según la Corte europea, fallar que el citado artículo ha sido violado «ya es una reparación suficiente para todo daño moral». La sentencia, contra la que no cabe recurso, afirma que los tribunales no verificaron si el demandante había sido advertido por su empleador de la posibilidad de que sus comunicaciones fueran vigiladas, ni de la naturaleza y el alcance de esa vigilancia.

Añade que las autoridades no determinaron las razones que justificaban la puesta en marcha de las medidas de vigilancia, si se podían haber adoptado «medidas menos intrusivas» para la privacidad y si el acceso fue posible sin conocimiento del demandante.

GARANTÍAS SUFICIENTES

Para la Corte, el fallo no significa que un jefe no pueda revisar nunca los correos profesionales de los trabajadores o despedirlos por usar recursos con fines personales. La clave es que «la vigilancia vaya acompañada de garantías adecuadas y suficientes contra los abusos» por parte de la compañía.

Así, la advertencia del empleador «debe producirse antes de que se inicie la vigilancia, en particular si afecta al contenido de las comunicaciones de los empleados», hecho que no sucedió en este caso, según los magistrados de la Gran Sala del Tribunal.

El demandante, Bogdan Mihai Barbulescu, de 36 años, trabajó entre 2004 y 2007 en una empresa privada como ingeniero de ventas. Sus superiores le pidieron abrir una cuenta de Yahoo Messenger para responder a las demandas de los clientes.

La compañía le informó el 13 de julio de 2007 de que sus comunicaciones por Yahoo Messenger «habían sido vigiladas del 5 al 13 de julio», y de que los registros demostraban que «había usado internet con fines personales».