E n marzo, cuando la NASA tenía organizado el que iba a ser el primer paseo espacial protagonizado exclusivamente por mujeres astronautas, una ducha de realidad, recordatorio del legado de años de discriminación, ahogó el hito. En la Estación Espacial Internacional no había dos componentes de torso de talla mediana en los trajes que se adecuaran idóneamente a los cuerpos femeninos, así que se abortó la que habría sido la primera Actividad Extravehicular (EVA por sus siglas en inglés) 100% femenina y fueron un hombre y una mujer, como muchas veces antes, quienes acometieron la misión. Era, no obstante, solo cuestión de tiempo que esa puerta acabara abriéndose, y sucedió ayer.

Las astronautas Christine Koch y Jessica Meir protagonizaron ese histórico paseo para realizar reparaciones en una unidad de carga y descarga de baterías de la Estación Espacial Internacional que ha estado fallando desde el fin de semana. Fue la cuarta vez para Koch, 14ª mujer que ha participado en paseos espaciales; la primera para Meir. Y a más de 400 kilómetros de la Tierra, flotando sin un hombre al lado.

«Es maravilloso contribuir al programa espacial de vuelo en momento en que se están aceptando todas las contribuciones», había asegurado en unas declaraciones hace unas semanas Koch, ingeniera eléctrica de 40 años. Meir, de 42 años y bióloga marina, también subrayó que el hito que lograron «muestra todo el trabajo que se hizo durante décadas por muchas mujeres».