Kate Bush, la esquiva, la soñadora, la niña que conquistó a David Gilmour (Pink Floyd) y la joven que pedía a Peter Gabrielque no se rindiera (‘Don’t give up’), la perfeccionista que lanza un disco por década, ha hablado. Una nueva obra suya es siempre un acontecimiento, pero esta, ‘Before the dawn’, es algo más: el testimonio de sus primeros conciertos tras 35 años de alejamiento de los escenarios.

Retrocedamos hasta agosto del 2014: el Hammersmith Apollo, la sala londinense que en el lejano 1979 había acogido sus únicas actuaciones en directo, volvía a recibirla para una serie de 22 conciertos cuyas entradas volaron en pocos minutos. Público y prensa saludaban el regreso de una artista considerada un tesoro nacional, que un año atrás había recibido la Orden del Imperio Británico de manos de la reina Isabel.

ESTIMULAR LA IMAGINACIÓN

Y bien, aquel espectáculo, con frondoso componente visual, cobra ahora la forma de un triple compacto. Decepción: ¿y el DVD? Ni lo hay ni se le espera: los ‘shows’ se grabaron, pero “han sido archivados”, explica Bush a la revista ‘Mojo’. El CD “es mucho más representativo que el DVD de lo que supuso estar en esos conciertos”, añade. Si bien, en otros tiempos, Bush al menos compensaba la inexistencia de conciertos con videos, ahora prefiere que nos imaginemos lo que fueron aquellas noches antes que mostrárnoslas.

Publicar un disco en directo, sin DVD, como si estuviéramos en los 70, ya es una excentricidad propia de ella, y si a eso sumamos la escasez de testimonios visuales, ya que se prohibió al público tomar imágenes (no hay ni un solo vídeo en YouTube, aunque el libreto sí que incluye bonitas fotos), concluimos que ‘Before the dawn’ juega con nuestra capacidad de abstraer y ponernos en situación. Lo cual no es difícil a partir del momento en que presentimos a Bush entrando en escena, precedida por una ovación, para cantar ‘Lily’. “¡Gracias, qué cálida bienvenida!”, celebra, consciente de que su sola aparición es como un milagro.

ADAPTACIONES FIELES

Escuchamos a una Kate Bush de 56 años, con voz madura, alejada de su repertorio más juvenil. No hay espacio ni ánimo para ‘Wuthering heights’, ni para ‘The man with a child in his eyes’. Tampoco para su disco más lunático, ‘The dreaming’. Los pilares sonlos álbumes ‘Hounds of love’ (1985) y ‘Aerial’ (2005),inéditos en directo, que se alzan con todo su encantamiento, sin reinvención, fieles a las texturas originales: ‘Running up that hill’,con sus sintetizadores Fairlight, su batería galopante, los desquiciados coros a lo lejos… ¿Quizá cabía esperar puntos de vista distintos, versiones transformadas? No, Bush se acoge aquí a la idea de obra cerrada, de la mano de músicos de alto nivel técnico como David Rhodes, Omar Hakim y Mino Cinelu.

Kate Bush, despertando de su sueño. Sigue siendo la chica de campo que mira las estrellas, como en ‘Cloudbusting’, la canción que cierra el concierto. Muy inglesa ella, capaz de insinuar su posición pro-‘Brexit’ al declarar, días atrás, que Theresa May es “maravillosa”. Lejos de este mundo, o quizá no tanto.