El papa Francisco regresó ayer a Roma tras concluir su gira asiática que comenzó el lunes en Birmania (Myanmar) y despedir su periplo en Bangladés, en un viaje que estuvo marcado por la crisis de refugiados de la minoría musulmana rohinyá. El pronunciamiento de esa palabra por primera vez («rohinyá») fue la nota más significativa de su periplo por Asia, puesto que hasta entonces se había limitado a alusiones oblicuas. «La presencia de Dios hoy también se llama rohinyá. Que cada uno tenga su respuesta», dijo el papa Francisco en italiano después de haber mantenido un encuentro con 16 miembros de la minoría que procedían.

La visita de Francisco a Bangladés estuvo dominada por la crisis de refugiados rohinyás en el país, a donde han huido desde el estallido de violencia el pasado 25 de agosto en Birmania más de 620.000 miembros de esta comunidad.

Su paso por este país era la última etapa de la gira y era también la última oportunidad del Papa para pronunciar el término proscrito en Birmania antes de partir a Roma. «En el nombre de todos los que os han hecho daño, ante la indiferencia del mundo, os pido perdón», dijo el Pontífice.

Hasta ahora, Francisco había evitado decir esta palabra porque en Birmania podía haber suscitado las reacciones violentas de algunos extremistas, tal y como le había aconsejado la Iglesia local.